La Pedagogía de la Compasión

ENFOQUE Por Gustavo Lores (*)

Gustavo Lores

Gustavo Lores

Guillermina Tiramonti es Licenciada en Ciencia Política por la Universidad del Salvador y Máster en Educación por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). El pasado 3 de febrero el cronista Gastón Bustelo la entrevistó para el Diario Clarín de Buenos Aires y consideré pertinente compartir con los lectores de Pregón las partes salientes del reportaje:

"En el sistema educativo tenemos una importante red de escuelas en la que se desempeñan numerosos agentes que cumplen diferentes tareas para transmitir a más de 11 millones de niños y jóvenes los conocimientos que estos necesitan para desarrollar su vida en la sociedad. Es un sistema que funciona: existen las escuelas con sus directivos, docentes y alumnos. Hay una rutina escolar que se repite a diario. Cada jurisdicción tiene equipos técnicos y una burocracia que regula la acción escolar y la supervisan a través de los inspectores.

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Hay quienes otorgan las certificaciones y títulos, deciden sobre los contenidos y las políticas del sector. Es un sistema complejo cuyos engranajes se mueven y le dan aparente vida, pero lo hacen en falso, producen un movimiento que no genera los resultados esperados. A pesar de ello, todos los agentes que participan siguen su rutina como si todo funcionara bien. Los docentes hacen como que los alumnos aprenden, aunque esto no sucede, los directivos como que dirigen una institución donde se enseña y aprende y los inspectores dan cuenta del trabajo de los agentes, aunque esta sea solo aparente. Finalmente, la burocracia educativa otorga titulaciones que certifican conocimientos que los alumnos no tienen. Cada uno hace su parte y mantiene funcionando un sistema que no logra su cometido."

"La pedagogía de la compasión hace alusión a una propuesta pedagógica generada en base a la consideración compasiva de la condición vulnerable de los alumnos. La compasión exime al alumno de confrontar sus limitaciones y esforzarse por aprender. La escuela se transforma en un espacio para reparar la injusticia social a través del buen trato y la valoración de los sujetos que no deben ser violentados por el esfuerzo de aprender. La institución y los docentes tienen el propósito de generar para los alumnos un espacio de bienestar que no necesariamente incluye el aprendizaje."

"Hasta ahora, las elites económicas, académicas, sociales y políticas solo asumen en el discurso las bondades de la educación, pero no hay un verdadero compromiso con acciones que produzcan mejoras. Los empresarios hacen opciones privadas para educar a su mano de obra y no promueven políticas estatales, los académicos están preocupados por conservar sus posiciones y reproducir el relato hegemónico, las iglesias piden por sus escuelas y no por la de todos, los padres que buscaron el atajo de la educación privada recién ahora comienzan a darse cuenta de que las escuelas privadas reciben el impacto negativo del deterioro del sistema."

"Es indudable que el nivel inicial y el primario son los más decisivos para influir positivamente sobre las trayectorias educativas de todos los chicos. Mas allá de esto, el nivel secundario argentino está perimido en sus referencias culturales y científicas, es ineficaz en sus funciones y expulsa a la mitad de sus alumnos. Tenemos un circuito de formación docente que es necesario repensar en su calidad, su extensión y distribución en el país. Lo mismo pasa con la formación técnica de los diferentes niveles. Está todo por mejorar."

Como reflexión complementaria, cabe relacionar la situación de los niveles educativos obligatorios con la realidad universitaria. Como "la burocracia educativa otorga titulaciones que certifican conocimientos que los alumnos (del nivel secundario) no tienen" es razonable el fracaso que se observa en las Universidades relacionado al cumplimiento de su misión central, que es formar profesionales técnica y socialmente responsables a partir de ingresantes que posean efectivamente los conocimientos obligatorios previos. De la misma forma que en los niveles inicial, primario y secundario, en el nivel universitario todos los agentes que participan siguen su rutina como si todo funcionara bien. Las agencias de evaluación de calidad dan cuenta del cumplimiento de los estándares institucionales, aunque este sea solo aparente. 

A diferencia de lo que ocurre en la educación obligatoria, la burocracia educativa universitaria no otorga titulaciones que certifican conocimientos a menos que los alumnos sílos tengan. Por esta razón sólo logra su cometido en un 2% de los casos. De cada 100 ingresantes, sólo 2 se reciben en el tiempo estipulado por el respectivo plan de estudios. Es decir, más sencillamente, que el 98% del presupuesto que el Estado transfiere a las Universidades Nacionales de Gestión Pública y una proporción similar de los aportes particulares en el caso de las de Gestión Privada, sólo se emplea en mantener instituciones con un enorme potencial de aportar a la construcción de una sociedad mejor, pero que en la práctica no lo concretan.

Y en este sentido, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), integrado por los Rectores de las Universidades de Gestión Pública, es la organización responsable de tomar las decisiones necesarias para iniciar un camino de mejora en la eficiencia académica en el marco de la Constitución Nacional y la Legislación Vigente, que blinda a las Universidades de cualquier tipo de cuestionamiento externo con el escudo de la autonomía.

Muy por el contrario, en lugar de impulsar cambios que a esta altura de los resultados resultan ineludibles, el pasado 21 de febrero el CIN interpeló al Poder Ejecutivo Nacional mediante un comunicado -disponible en https://www.cin.edu.ar/situacion-critica-en-las-universidades-publicas/-:"Frente a esta realidad (presupuestaria), este Consejo sostiene la necesidad de: a) incrementar razonablemente los gastos de funcionamiento mensuales, actualizándolos conforme el proceso inflacionario que atravesamos, de manera de garantizar la continuidad de nuestras actividades y el cumplimiento de nuestra misión; b) actualizar los salarios de docentes y no docentes; c) dar continuidad a los programas universitarios vigentes destinados a inversión en obras de infraestructura, equipamiento y sostenimiento de los programas de becas; y d) garantizar el presupuesto necesario para sostener las actividades de ciencia, tecnología y extensión."

Es obvio que el presupuesto universitario debería actualizarse y mantener al menos su valor real, ya que más del 90% de las partidas se destinan al pago de salarios. Sin embargo, en el contexto económico actual sería de esperar que, como contraparte, las Universidades Nacionales de Gestión Pública, al menos, cumplan sus objetivos estratégicos autodefinidos, no se expandan en actividades que no le son propias, que sus autoridades reduzcan sensiblemente el número de cargos jerárquicos e intermedios innecesarios y utilizados para devolver apoyos electorales y conformar estructuras políticas partidarias y, lo que resulta obvio, realicen públicamente un seguimiento efectivo de las causas de su fracaso como para obtener conclusiones, planificar los cambios y ejecutar las acciones correctivas que lo superen.

(*) Ex Decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Jujuy

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