“Los límites son las barreras que marcan dónde comienzan las consecuencias”

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“Los límites son las barreras que marcan dónde comienzan las consecuencias”

POSADAS. Lo que está bien y lo que está mal. Esa diferencia, clara para la mayoría de los adultos, es la que establece los límites, tan necesarios en los niños desde el día cero, según confían los profesionales. La falta de ellos puede derivar en múltiples situaciones que van desde berrinches hasta la falta de constancia y mucha resistencia a la autoridad.


La observación de estas situaciones en la cotidianeidad escolar fue lo que llevó a un grupo de psicopedagogas del Centro Neuroeducativo en Red (Cener) a organizar talleres para ofrecer herramientas a los padres que ayuden a establecer límites claros en niños desde el primer día. “Desde nuestro trabajo, observamos que hay mucha dificultad para sostener el límite”, explicó Lara Etchegoin, licenciada en psicopegadogía a PRIMERA EDICIÓN. “Cuando hablamos de límites, hablamos de lo que está bien y lo que está mal. Porque hay que entender que cualquier conducta tiene sus consecuencias, positivas cuando uno hace las cosas bien y negativas cuando sucede lo contrario”, agregó. 


Los niños están en constante aprendizaje y es necesario, para una óptima adaptación a la sociedad, que los límites sean claros y concisos porque cualquier cosa que pasa o que se le dice a un hijo genera un aprendizaje que puede ser positivo, como también de los otros. “Todos nosotros somos productos de nuestras experiencias, entonces si desde niño los padres no empiezan a marcarles ciertos ritmos, adecuarse a un sistema social más adelante va a ser muy complicado”, aseguró Etchegoin. Pasa cuando un chico no quiere saludar y los padres lo justifican con un “dejalo, está ‘chinchudo’”, “el mensaje es claro y es que si no quiero, no saludo. Incluso cosas más complejas como el hábito de estudiar: no podemos pretender que un niño de doce años haga las tareas y estudie si desde chico no se construyó ese hábito de hacer la tarea”, explicó. 


Revalorizar el papel de los padres

La imposición de límites es más que importante para una buena inserción en la sociedad, pero pocos padres lo hacen. “Creo que tiene que ver con los tiempos que corren, hay mucha confusión. Pero también creo que hay que revalorizar el papel del papá como figura de autoridad. Porque uno puede ser flexible en ciertas cosas pero nunca va a dejar de ser padre y esto implica un montón de cosas, por sobre todo la responsabilidad: uno está completamente a cargo de un niño y de su educación”, señaló la profesional. Entonces, cuando ese niño llega al sistema formal (guarderías, salitas, primaria y secundaria) “ya tiene que traer consigo reglas y hábitos y esto es lo que se ve que cuesta cada vez más”. 


Los límites, las reglas, son acuerdos que deben establecer todos los padres de antemano, antes de la transmisión propiamente dicha. “En la pareja tiene que ser bien claro qué cosas sí y qué cosas no. Si papá dice que no, mamá también tiene que decir que no; sino, no es un límite. Esto también es un trabajo para los padres, incluso cuando están separados, porque un hijo es un vínculo para toda la vida”, rescató.


Algunas herramientas

Cuando se habla de límites, más importante que la severidad y la exacerbación, “es la constancia y el criterio”, explicó Etchegoin. “Si se quiere que haya un aprendizaje de límites, hay que ser coherentes. Los chicos tienen que saber qué esperamos de ellos y si se reprime algo, debe ser la conducta, no el niño. Frases como ‘sos malo’ no son buenas porque se le está dando el lugar de malo al niño. Hay que decir ‘lo que hiciste – la conducta – está mal, porque...’  Siempre explicar con fundamentos y luego los niños mismos lo reconocen e implementan”, señaló.  


Otra de las cuestiones a tener en cuenta es no justificar las actitudes “porque después ese niño se convierte en un adulto que no tolera el no y al que le cuesta mucho adaptarse a las normas sociales, y por lo general, son aquellas personas a las que le cuesta sostener un trabajo o tener una buena relación con el jefe”, sintetizó.  


También es cierto que los tiempos que corren obligan a los padres a trabajar mucho tiempo del día, y cuando regresan a sus casas imponer reglas los hace sentir culpables, “pero tienen que entender que imponer un límite es hacer un bien y que si no puede estar todo el día con su hijo, el tiempo que está tiene que ser efectivo. Hay que sostener la mirada, no estar con los ojos en el celular o el televisor. Es sobre la calidad del tiempo, no la cantidad”.

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