Elecciones: el piso y los vericuetos (anti) democráticos

OPINIÓN Por Santiago Jorge (*)

Santiago Jorge

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Se veía venir. De nuevo el piso impidió a cinco frentes ingresar a la Legislatura para representar a más de 115.000 jujeños que los votaron. El sistema electoral de Jujuy ostenta grandes incongruencias que afectan principios básicos de la democracia, distorsionando los resultados, favoreciendo a las mayorías y dejando un fantasma de representación para los votos de las minorías.

En 1986 se reformó la Constitución de Jujuy: el nuevo art. 104 elevó de 30 a 48 los diputados provinciales y estableció que la elección de los mismos debe ser mediante el sistema de representación proporcional; es decir, se constitucionalizó como principio democrático que cada fuerza ingrese a la Legislatura en estricta relación a los votos obtenidos. El sentido de la reforma fue fomentar y garantizar la pluralidad e inclusión política. La UCR votó por eso. 

Pero siempre hay una piedra en el zapato, las conocidas trampas de la ley. En Jujuy, es el piso electoral: una ley anterior a la reforma prohíbe (y excluye) contabilizar los votos de quienes no superen el 5% del padrón. Tomar al padrón como referencia es irrazonable cuando hubo una concurrencia del 60%.

Expliquémoslo con peras y manzanas: el frente de la UCR se va a llevar 18 diputados provinciales con aproximadamente 151.000 votos. Lo que quiere decir que cada banca le "costó" unos 8.388 votos. Pues bien, hay cuatro frentes que tienen más de 20.000 votos y no obtendrán ninguna banca para representar a esos jujeños. Esta irritable forma no - lógica ni proporcional de convertir los votos en bancas, viene haciendo estragos desde hace más de veinte años.

La razón de ser de cualquier sistema proporcional es que cada banca debe representar a la misma cantidad de habitantes, de electores o de votos válidamente emitidos. Solo así se garantiza la igualdad del voto: que todos "pesen" lo mismo al momento de generar representación política. Eso es la democracia. Y eso no sucede en Jujuy, donde se excluye a las minorías y se otorga una grotesca sobrerrepresentación a las mayorías, distorsionando por completo la representatividad de la voluntad popular.

Es que, los dos frentes que van a ingresar a Legislatura Provincial (UCR y PJ) obtuvieron en total unos 200.000 votos. 

Si tomamos el padrón, son tan sólo el 34% quienes ostentan la representación del 100% de la sociedad. 

Si tomamos los votos válidos, con sólo el 55% de votos se llevaron la totalidad de las bancas en disputa. Visto en particular: quienes sacaron el 42% obtuvieron 75% de bancas en disputa, quienes sacaron 13% se llevaron el 25%. ¿Y qué pasó con los que sacaron 7,6%, 7,3%, 6,59%, 5,4% y 5,2%? Nada de representación.

Algo huele mal: con más de 155.000 votos válidos, el 45% de los ciudadanos votó partidos minoritarios que no tienen ningún tipo de voz parlamentaria. ¿Qué sentido tiene tener 48 diputados para que sólo entren las listas de dos frentes?. Ninguno. Tampoco es que debatan tanto ni la Casa de Piedra sea una usina de ideas.

Analizado desde cualquier ángulo: la distribución de bancas para nuestra Legislatura (donde debiera estar representada la totalidad del pueblo) no se realiza de forma proporcional como ordena la Constitución, razón por la cual asistimos a una parodia de la democracia representativa, deformada por el piso (art. 50 ley 4164), elemento que contraría tales principios. Es que, si la democracia resulta la indispensable participación de todos los ciudadanos en la formación de la voluntad político-estatal, ¿cómo cabria calificar aquello que expresamente se encarga de excluir? Mientras siga vigente será una puñalada anti democrática.

(*) Abogado (Cuadro de Honor UNC). Profesor Adjunto en Cátedra "Teoría Política y Derecho Público" (FCE- UNJu).

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