EFEMÉRIDE
El 12 de octubre se celebra en el país el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, con el objetivo de promover la reflexión sobre el encuentro de dos mundos y la incidencia que tuvo en la conformación de la cultura latinoamericana.
La denominación fue cambiada en 2010, ya que hasta esa fecha se conmemoraba el Día de la Raza en recordación a la llegada de Colón a América. Bajo la nueva concepción del hecho histórico, la fecha se convirtió en la oportunidad para fomentar el respeto por las minorías étnicas y el rechazo por cualquier forma de discriminación.
Actualmente con el nombre de Día del Respeto a la Diversidad Cultural Americana, se busca promover desde distintos organismos una reflexión permanente acerca de la historia y encaminar hacia el dialogo para una diversidad cultural y promover los Derechos Humanos de los pueblos originarios, como lo marca la Constitución Nacional en su articulado sobre la igualdad de las personas, dándole la garantía del respeto a la identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural.
Cabe destacar que los pueblos originarios de Argentina viven en una situación de violencia y exclusión a lo largo de todo el territorio nacional, lo cual Amnistía Internacional reveló en un mapa de 183 conflictos. Solo conociendo nuestro pasado y comprendiendo nuestro presente podemos construir el futuro.
Por eso, esta celebración es un momento oportuno para recordar y trabajar para el bienestar de todas las culturas que integran el continente americano.
Poema para conmemorar el Día del Respeto a la Diversidad Cultural
Amor América
Antes de la peluca y la casaca
fueron los ríos, ríos arteriales,
fueron las cordilleras, en cuya onda raida
el cóndor o la nieve parecían inmóviles:
fue la humedad y la espesura, el trueno
sin nombre todavía, las pampas planetarias.
El hombre tierra fue, vasija, párpado
del barro trémulo, forma de la arcilla,
fue cantaro caribe, piedra chibcha,
copa imperial o silice araucana.
Tierno y sangriento fue, pero en la empunadura
de su arma de cristal humedecido,
las iniciales de la tierra estaban escritas.
Nadie pudo
recordarlas después: el viento
las olvidó, el idioma del agua
fue enterrado, las claves se perdieron
o se inundaron de silencio o sangre.
No se perdió la vida, hermanos pastorales.
Pero como una rosa salvaje
cayo una gota roja en la espesura
y se apagó una lámpara de tierra.
Yo estoy aquí para contar la historia.
Desde la paz del búfalo
hasta las azotadas arenas
de la tierra final, en las espumas
acumuladas de la luz antártica,
y por las madrigueras despenadas
de la sombría paz venezolana,
te busque, padre mío,
joven guerrero de tiniebla y cobre
o tú, planta nupcial, cabellera indomable,
madre caimán, metálica paloma.
Yo, incásico del legamo,
toqué la piedra y dije:
¿Quién me espera? Y aprete la mano
sobre un punado de cristal vacío.
Pero anduve entre flores zapotecas
y dulce era la luz como un venado,
y era la sombra como un párpado verde.
Tierra mía sin nombre, sin América,
estambre equinoccial, lanza de púrpura,
tu aroma me trepó por las raíces
hasta la copa que bebía, hasta la más delgada
palabra aún no nacida de mi boca.
Pablo Neruda
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