"CAMINANTES Y CARAVANEROS"
La vasta geografía jujeña vuelve a cobrar vida a través de la mirada profunda y sensible del artista plástico Juan Carlos Entrocassi, cuya nueva muestra, "Caminantes y Caravaneros", será inaugurada este viernes 12 a las 19.30 en Culturarte. Se trata de una exposición que no solo invita a recorrer la cosmovisión andina, sino que también propone un homenaje a quienes habitan, transitan y sostienen la identidad de la Puna: los maestros, maestras, pastores, caravaneros y caminantes que, día a día, construyen cultura en uno de los territorios más imponentes y desafiantes del país.
Un homenaje a los guardianes del altiplano
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Las obras de Entrocassi emergen como altares visuales dedicados a esos hombres y mujeres que, con pasos firmes y silenciosos, continúan transmitiendo saberes ancestrales. En ellas, la figura del caminante y del caravanero funciona como arquetipo: no representan individuos concretos, sino a toda una comunidad que carga con la historia, la resistencia y la espiritualidad que caracterizan al norte jujeño.
Este homenaje no se presenta de manera explícita, sino como un diálogo entre figuras oscurecidas, paisajes difusos y atmósferas simbólicas que evocan la vida en altura. Cada cuadro es, al mismo tiempo, testimonio y ritual: una forma de reconocer, desde el arte, la dignidad del trabajo en los rincones más remotos de la provincia.
La materia como memoria
Fiel a su estilo inconfundible, Entrocassi no se limita a pintar: trabaja la superficie con la intensidad de quien excava en la tierra para descubrir los rastros del pasado. En sus lienzos, la materia cobra un rol protagónico: grosores, texturas y gestualidades dan la sensación de relieve, de un territorio que respira a través de cada trazo.
La paleta cromática dominada por tierras, ocres, grises y negros densos revela una estética que dialoga con el paisaje altiplánico. No obstante, entre esos tonos apagados irrumpen ráfagas de azules profundos, verdes que forcejean por abrirse paso y destellos de rojos minerales. Este contraste no es casual: simboliza la dualidad que define la vida en la Puna, donde la aspereza del clima convive con la espiritualidad y la belleza.