Que pasó cuando no pagamos la deuda

Por Lic. Benito Carlos Aramayo (*)

Tras el anuncio realizado por el gobierno sobre el pre acuerdo con el FMI, asistimos a una feroz ofensiva mediática, centrada en argumentar a favor de que se apruebe en el Congreso.

 Para este fin se han unido una mayoría oficialista y también los principales referentes opositores, así, el bloque de las clases dominantes canta y actúa en un sólo coro. Según ellos hay que firmar porque de lo contrario nos caemos del mundo, peor aún, se nos viene el mundo encima.

 Hay escaso espacio para quienes estamos en contra de que se firme la legalización de la estafa macrista y por ello debemos dar una dura batalla en las calles. El debate ha llegado a nivel de las bases obreras y populares, en las fábricas, talleres, campo, barrios y aulas. Lo que se oculta deliberadamente es la historia más reciente de lo que ha sucedido cuando el efímero gobierno de Adolfo Rodríguez Saa aprobó en el Congreso no pagar la deuda. Por ello vamos a recordar brevemente algunos datos de la economía tras esa decisión, que ilustran porque no hay que firmar, declararnos "cortados" y entrar en default. 

 Lo primero a destacar es que como consecuencia de la gran devaluación de principios del año 2002 -que sacó al peso de la ficción de la convertibilidad de Menem - Cavallo, en la que un peso argentino equivalía a un dólar norteamericano-, llevando esta relación a tres pesos igual a un dólar, la inflación que venía reprimida por la convertibilidad en el año 2002 se disparó hasta el 40 % anual.

 Los monopolios exportadores y la industria nacional reclamaban a gritos salir de la convertibilidad porque la competitividad argentina en el comercio mundial había caído al piso, llamaban "cepo del dólar que impide exportar". 

 Hoy el dólar oficial no tiene tamaño atraso y la situación es distinta. El saldo de la balanza comercial (monto de la exportaciones, menos de las importaciones) en el año 2000 había sido apenas de 1.060 millones de dólares y en el 2001 de 6.223 millones de dólares. La devaluación de Duhalde fue un hachazo al salario, no obstante ante una devaluación del 200 por ciento, la inflación del año 2002 fue del 40 por ciento, y sucedió en un año donde no se recompusieron los salarios con paritarias.

 Luego, en tiempos del no pago, entre el año 2003 y 2006 la inflación promedio anual fue del 7,89 por ciento. Pasado el año 2002 comenzó la recuperación de la producción industrial de la argentina que elevó notoriamente el uso de la capacidad instalada y comenzaron a crearse decenas de miles de puestos de trabajo en todo el país.

 La lucha de los desocupados le arrancó al gobierno de Duhalde 2,5 millones de Planes Trabajar.

Suspendido todo pago de deuda externa con bonistas privados a partir del año 2002, el saldo de la balanza comercial comenzó a multiplicarse, en el año 2002 fue de 16.661 millones de dólares, en 2003 de 16.087 millones de dólares, en 2004 de 12.130 millones de dólares y en el 2005 de 11.699, lo que suma en estos cinco años 56.757 millones de dólares. En el año 2006, con el canje de la deuda, se comenzó a pagar a los bonistas la suma de 10.600 millones de dólares, como consecuencias de que no se había investigado la deuda ilegítima. 

Entonces, si durante cuatro años no se pagó un solo dólar de deuda, ¿a donde fue a parar tamaña cantidad de recursos? Se los usó para dar crédito a la industria, el sector agropecuario y el comercio, para la obra pública y las necesidades sociales y se fortalecieron las reservas del Banco Central que a fines del año 2006 llegaron a USD 32.037 y rendían un 5,7 por ciento sobre el stock promedio del año. 

 A partir del año 2003 el Producto Bruto Interno comenzó a crecer "a tasas chinas", entre el 8,8 por ciento y el 9,2 por ciento anual. Por el lado de los trabajadores asalariados, mas en la actividad privada y menos en la pública, se asistió a la recuperación del salario real y "el kirchnerismo puso el centro en estimular el consumo interno y debió hacer concesiones a las masas el salario mínimo pasó de $ 200=200 dólares a $ 2.570 = 856 dólares".   

Estos son datos contundentes de cara al debate en torno a si firmar o no firmar el acuerdo con el FMI o suspender, no pagar e investigar la deuda odiosa y fraudulenta del macrismo, que es lo que se corresponde con los intereses nacionales y de cara a parar el ajuste contra los sectores populares que conlleva su validación.

(*) Economista - Profesor Emérito de la UNJu

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