La iglesia de Uquía posee una serie única en el mundo

 Así, encontramos que los cuadros que los representan desarrollan este tema pictórico de un modo mucho más detallista que en el caso europeo, muestran además una gran riqueza expresiva y, en general, excelente realización.

La historia dice que los aborígenes pintaban a los ángeles con el atuendo de quienes les habían enseñado a creer en ellos. Por eso los pintaron con arcabuces. Estas maravillosas pinturas dieron origen al arte cuzqueño, sin lugar a dudas un ícono de creatividad y belleza del arte colonial religioso.

Los ángeles eran hechos en serie por distintos artistas cada uno se encargaba de una parte diferente de un mismo cuadro. De esta manera un artista pintaba primero el fondo, otro la silueta y otro los detalles.


El arte virreinal           en Uquía

La pequeña localidad de Uquía, se encuentra a 116 kilómetros al norte de esta ciudad por la ruta nacional 9 y en ella se encuentra la iglesia de San Francisco de Paula del siglo XVII, que posee un estilo netamente americano. Sus paredes de adobe de un metro de ancho son originales, la torre se encuentra separada del edificio principal, el altar mayor del siglo XII está tallado a mano en madera y dorado a la hoja, pero lo más llamativo en su interior son los cuadros de los Angeles arcabuceros, traídos desde el Cuzco en la época colonial.

El artista mestizo que los pintó carecía de modelos a imitar, por lo que consultó a los españoles, y estos, le explicaron que los ángeles eran como ellos, pero con alas. De allí surgieron los excéntricos ángeles con rostro de belleza casi femenina, alas celestiales, sombrero de ala ancha y trajes de brocado bordado en oro similar a los de los soldados de Carlos II en el siglo XVII. Y como detalle final, portan al hombro un gran arcabuz.

Son pinturas que representan un tipo de seres alados (Mensajeros de Dios); vestido como soldados o aristócratas del siglo XVII; con arcabuz en lugar de la tradicional espada.

Este estilo se desarrolló durante el período de la colonia hispánica en América del Sur. Creando el Virreinato del Perú en la zona del Cuzco y la región que rodea el lago Titicaca. Una entidad territorial creada por la Corona durante su dominio en el Nuevo Mundo, entre los siglos XVI y XIX.

El inmenso virreinato abarcó gran parte del territorio de Sudamérica, incluida Panamá, fuera de su dominio estaban Venezuela y Brasil, que pertenecían a Portugal, en este territorio logró desarrollarse y constituirse la Escuela cuzqueña de pintura; bien reconocida e integrada por artistas de excelente estilo y capacidad creativa; produjo grandes cantidades de obras teniendo especial difusión en el siglo XVII.

Para atender la alta demanda, se instalaron grandes talleres artísticos, la mayoría de los artesanos eran indígenas, llevadas a distintas regiones como Lima, el Alto Perú, Chile y el norte argentino.


Serie única                   en el mundo

“¿Serán los ángeles muy distintos de lo que imaginamos?”, se preguntaba el escritor Manuel Mujica Lainez. El interrogante no es nuevo, mucho antes, otros también lo pensaron. Es más, decidieron pintar versiones muy poco ortodoxas en las paredes de las mismísimas iglesias de la América virreinal.

En la Quebrada de Humahuaca, más precisamente el pequeño poblado de Uquía guarda un antiguo secreto en su capilla: los ángeles arcabuceros. Se trata de pinturas de enormes figuras aladas, vestidas como aristócratas del siglo XVII. Alejados de las representaciones tradicionales, estas criaturas celestes son, junto con otras series encontradas en Perú y Bolivia, únicas en el mundo.

Según Ramón Mujica Pinilla, autor de Ángeles apócrifos de la América virreinal, estas figuras forman parte de la temática de los ángeles combatientes portando banderas, tambores, trompetas, espadas y lanzas, a la manera de una escuadra militar, que se popularizó en la segunda mitad del siglo XVII en el Cusco y en la zona del Titicaca. 

Vestidos lujosamente con brocado, camisas de encaje, fajas y cintas de seda, fueron retratados tomando las posturas recomendadas en el manual militar Ejercicio para las armas, de Jacob de Gheyn (1607), donde se señala cómo manejar el arcabuz, un arma de fuego conocida en su época como “trueno de mano”.

Si bien no se conoce con certeza el origen de los arcabuceros, para estudiosos como Ricardo González, licenciado en artes y doctor en historia, existen tres fuentes probables: la difusión en América del libro de Enoch (texto que forma parte de la Biblia de la Iglesia Ortodoxa Etíope); las representaciones festivas cristianas en las que las imágenes angélicas salían de la iglesias y el manual de armas antes mencionado. 

Sin embargo, es importante mencionar que el uso de la terminología militar en este ámbito no es nuevo: en el Antiguo Testamento, por ejemplo se habla de las “huestes” angélicas de Yahvé, y más tarde, los artistas de la Edad Media vistieron a sus ángeles con trajes imperiales y atuendo militar. La originalidad de estas figuras radica entonces, según Pinilla, en la unión de los símbolos ángeles y arcabuz con intención evangelizadora.

“En la confrontación de cosmovisiones hispano-andinas, los primeros símbolos sincretizados fueron el arcabuz y la espada asociados con el dios Trueno o dios Rayo –Illapa–, a su vez serpiente, poderoso símbolo de la fertilidad”, aseguran Liliana Madrid de Zito Fontán y Diego Outes Coll, autores de Ángeles Andinos. “La serpiente rechazada por Occidente continuó y continúa en el corpus mítico andino, disimulada o encubierta”.

Para los investigadores Iris Gori y Sergio Barbieri, autores del Inventario Patrimonial de Bienes Muebles de Jujuy, en los ocho ángeles arcabuceros de Casabindo se reconocen pautas que los vinculan con la serie de Calamarca, Bolivia.  En tanto los nueve de Uquía –que se diferencian de los anteriores por la orla de rosas alrededor de las imágenes angélicas–, denotan rasgos altoperuanos, probablemente de la escuela cuzqueña. 

s¿Cuál fue el centro de producción de estas figuras? “Es un tema que aún no ha sido dilucidado. Se cree que la mayoría procede de Cusco y de la región que rodea el lago Titicaca, si bien no se descarta la presencia de artistas contratados que llegaran a trabajar in situ”, aseguran los mismos investigadores.

Aceptados y proscritos

“Mensajeros de Dios, los ángeles y arcángeles forman parte de la más baja de las tres tríadas de jerarquías celestes. Pese a ello, los arcángeles, en razón de ser los únicos individualizados, son los más importantes para la iconografía cristiana. Eran siete pero la iglesia sólo reconoce tres: Gabriel, Miguel y Rafael. El resto, Uriel, Baraquiel, Jehudiel, Sealtiel, fueron proscriptos en el concilio de Letrán, pero no pasaron al olvido, llegaron a América a través de diferentes fuentes y fueron representados por artistas locales”, apunta Ricardo González.

En Argentina, los ángeles arcabuceros de Uquía son los únicos que fueron pintados con sus nombres al pie y son: Gabriel, Rafael, Uriel, Salamiel, Yeriel, Eliel, Hosiel y Oziel. Las figuras y algunos nombres no responden con exactitud a las representaciones tradicionales. “El lienzo de San Miguel está titulado con el nombre de Uriel, lo que no se corresponde con este personaje ya que porta casco, peto, adarga y lanza.

 Es probable que el artista que lo hizo desconociera los nombres hebreos de los ángeles apócrifos y eso prueba que los artistas populares americanos no conocían con exactitud la iconografía”, agregan Zito Fontán y Outes Coll.

Más allá de todas las investigaciones, estos singulares seres alados aún despiertan curiosidad entre los jujeños y los turistas, Además de poder observar las valiosas obras en la iglesia de Uquía, también hay pinturas en la iglesia de la Virgen de la Asunción, en Casabindo.


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