En apenas cuatro años, 6500 productores dejaron de implantar soja y rotaron con cultivos de maíz, trigo. Implica un replanteo de la productividad agrícola.
El Instituto Nacional de Semillas puso en números la decisión que vienen tomando los productores con la soja, el boom de los commodities de la primera parte del siglo XXI: las últimas declaraciones de siembra arrojan 1,7 millones menos de hectáreas destinadas al cultivo respecto de 2021-2022.
En realidad, el eclipse viene desde la campaña 2013-2014. La llanura pampeana ya no es aquella de la primera parte del milenio, cuando era un “mar de soja” e inspiró al Gobierno de Cristina Kirchner a apelar a las retenciones para que la mayor bonanza agrícola financiara el superávit fiscal que había sido estandarte de la gestión K, junto al "gemelo" par comercial, y la crisis subprime condenó a la desaparición.
También te puede interesar:
Hasta el propio Fondo Monetario Internacional ahora reconoce que los derechos de exportación son “distorsivos”, e invitó al Gobierno de Javier Milei a que los baje.
Los productores, sin embargo, aprendieron la lección de que rotar los cultivos es una práctica más eficiente, más barata y más sustentable mucho antes que los burócratas lo entendieran: mientras en 2014 el campo era todo soja y por cada lote de trigo o de maíz había 5 del poroto, actualmente se equipararon La pandemia les hizo bajar un cambio y replantear todo: no se trataba únicamente de una ecuación rendimiento-precio, sino que el deterioro del suelo que deja la soja pasó a ser considerado como una hipoteca futura a la productividad.
Quedó claro en un informe de la consultora Agrobrokers, según el cual Argentina iba a producirá 51 millones de toneladas de maíz ese año, de las cuáles exportaría 36 millones, más del doble que en 2010, y en trigo se repetía el mismo proceso.
La soja, por el contrario, consolidó su ostracismo: mientras que en 2010 de las 54,4 millones de toneladas de granos se exportaron 9,5 millones, en 2021 se cosecharon 52 millones para venderse 6,3 millones.
Una explicación económica de por qué los productores se decidieron a abandonar el monocultivo de soja se encuentra en las alternativas que abrió la baja de las retenciones del maíz y el trigo durante el Gobierno de Mauricio Macri.
REACOMODAMIENTO PRODUCTIVO Hoy los datos del INASE tomados de las declaraciones efectuadas por productores ante el Sistema de Información Simplificado Agrícola (SISA) ratifican el rumbo del reacomodamiento del campo consecuencia de una progresiva pérdida de competitividad.
Para la campaña 2024/25 se registraron 54.055 empresas que sembraron soja versus 55.148 en 2023/24, 56.991 en 2022/23 y 60.619 en 2021/22, lo que implica que 6500 productores dejaron de implantarla en apenas cuatro años: el 31% la provincia de Buenos Aires, 26.6% en Córdoba , 17.8% en Santa Fe, 7.2% en Santiago del Estero y 6,5% en Entre Ríos, entre otras jurisdicciones.
Hubo una leve mejora respecto de la campaña anterior en el uso de semilla fiscalizada de soja, que fue estimado por el INASE en 16,7%, pero sigue sin poder superar la marca del 20% vigente hasta el ciclo 2021/22.
En Brasil, la tendencia va a contramano. Y pese a las "restricciones crediticias e incertidumbres geopolíticas en el radar", la siembra de soja ocupará en la campaña que se inicia 962.000 hectáreas, un 2,0% de incremento en comparación con la temporada pasada.
Totalizará 48,6 millones de hectáreas, según estimó la consultora Céleres.
En Argentina, que venía con un empate técnico entre los costos y precios, se acaba de anunciar una “baja permanente” de los derechos de exportación que será tenidos en cuenta para encarar lo que viene.
La soja pasó de tributar 33% a 26%, el maíz y el sorgo de 12 a 9,5% y el girasol de 7 a 5,5% para su grano, entre otros cultivos. La cebada y el trigo tenían 9,5% y seguirán en ese nivel.
FUENTE:AGENCIA NOTICIAS ARGENTINAS