El gobierno paró la inflación y consiguió que no haya déficit fiscal. Esas dos cosas son importantes, pero no alcanzan
La política en la Argentina sigue dando muestras de declive intelectual. CFK nota que la concurrencia a su balcón es más bien escasa y lanza frases irresponsables porque observa, desesperadamente, que, más allá de frases de compromiso, su configuración es, cada vez más, la de una detenida por corrupción y no la de una líder revolucionaria. Dijo que en la Argentina “hay terrorismo de baja intensidad”, una frase insensata propia de alguien que busca desesperadamente llamar la atención.
Argentina tiene una particularidad: cada tanto aparece alguna mejora en un indicador y es en ese momento cuando los políticos creen que ya lograron el éxito. El gobierno paró la inflación y consiguió que no haya déficit fiscal. Esas dos cosas son importantes, pero no alcanzan. Argentina sigue siendo un desastre en casi todo. Tres ejemplos para explicar lo que digo: en Argentina se corta el gas, muere gente en las rutas por su mal estado y hay ciudadanos que mueren por tomar medicamentos con fentanilo producidos por un laboratorio llamado HLB Pharma, que tiene inquietantes vínculos con Lázaro Báez, que, todos sabemos, es uno de los testaferros de la familia Kirchner. Ningún país puede festejar nada cuando pasa eso. A mí me parece increíble que esos temas no sean temas de debate.
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Cuando pensamos que el Congreso debería tomar parte en esos temas, nos damos cuenta de que la Cámara de Diputados es, especialmente en los bloques de La Libertad Avanza y del kirchnerismo, una especie de teatro de revistas donde unas señoras gritan y se pelean sin que podamos enterarnos del motivo. La Cámara de Diputados da vergüenza ajena. Ni qué decir de la izquierda. Esta semana juró un diputado llamado Juan Carlos Giordano, que juró por los treinta mil desaparecidos, la patria socialista y en apoyo al heroico pueblo palestino contra el sionista Estado de Israel. El diputado es idiota y antisemita, pero la Cámara debería tener normas y sancionar al diputado que hace eso.
Mientras, el Presidente sigue insultando y demandando a periodistas por motivos que él solo sabe y se va hasta el Chaco a cerrar un congreso de evangelistas.
Argentina es un gran circo político y ese circo no incluye a los ciudadanos, que viven en un país carísimo en el que la plata no alcanza y el consumo no repunta. Por lo demás, no llegan inversiones porque las inversiones buscan seguridad económica, pero, sobre todo, seguridad jurídica y política.
Se vienen elecciones de medio término y es imprescindible que los partidos corten con la práctica de poner gente sin ninguna calidad intelectual. Con poner gente normal alcanzaría. Y el gobierno debería hablar de los temas que importan. La herencia que recibió este gobierno fue tétrica, pero, ya pasado un tiempo del gobierno de Milei, empieza a ser el momento de explicar los temas que, de verdad, preocupan y hacen daño a gran parte de la población.
Para que eso suceda es fundamental que haya gente de nivel en las listas y que los partidos representen a los ciudadanos. Lo que se viene es una elección legislativa, no ejecutiva. No es necesario hacer coaliciones. En ese sentido, el acuerdo anunciado del PRO con el oficialismo en la provincia de Bs. As. parece, a simple vista, un acuerdo de cúpulas y no representa a muchos ciudadanos. El PRO va a desaparecer si va en alianza con LLA bajo los colores de LLA. Es lógica pura. Pareciera que responde a la necesidad política de ciertos dirigentes más que a la búsqueda de representación ciudadana. En las elecciones legislativas es mejor que los partidos representen a ciudadanos y los acuerdos con el oficialismo se hagan en el Congreso. No entender esa diferencia y correr detrás de las encuestas puede dejar a mucha gente sin representación o buscando otra representación.
FUENTE:AGENCIA NOTICIAS ARGENTINAS