Pasó el tiempo en que la recargada decoración y los frágiles adornos, hacían del salón un lugar inaccesible para los niños y de culto para el resto de los miembros de la familia. Ahora se busca más que nunca la funcionalidad y la comodidad en este ambiente, pero no siempre se está preparado para enfrentar la tarea decorativa y las diversas interrogantes que esta plantea.
Decorar un salón con poca luz natural
No siempre se corre la suerte de que la habitación que ocupa el salón posea grandes ventanales o una buena orientación que le permita estar inundado de luz natural. No obstante no hay que renunciar a esa sensación que ofrece un espacio luminoso, porque se puede recurrir a elementos como las tonalidades de las paredes y la iluminación artificial.
Empezando por los tonos ideales para las paredes, tenemos que estar claro que las opciones se reducen a los más claros. Es obvio que un color demasiado oscuro no nos va a ayudar a multiplicar la escasa luz con la que contamos y si se nos va la mano nuestro salón puede terminar pareciendo que está bajo tierra. Además de que estos colores también reducen las proporciones visuales.
Si no te quieres arriesgar demasiado, una apuesta más que segura es usar el blanco como principal protagonista, lo que incluye las paredes y las grandes superficies. Luego se necesitarán algunos matices de color que le den vida al espacio homogéneo, para que este no luzca demasiado estéril.