29 DE MAYO
El Ejército Argentino tiene vigencia histórica como tal, desde el mismo día 25 de mayo de 1810.
Sin embargo, las unidades de nativos organizados después de las invasiones inglesas, como refuerzo de las tropas peninsulares para resguardo de la dependencia del virreinato respecto de la corona hispánica, intervinieron activamente en la gestación del movimiento emancipador.
Por ello la historia del Ejército Argentino es anterior al nacimiento de nuestra patria a la vida política independiente. La Primera Junta Revolucionaria del 25 de mayo de 1810 ejerció el mando militar por intermedio de su presidente, D. Cornelio Saavedra, a quien se le confirió el mismo día el cargo de Comandante General de Armas, de quien pasó a depender el conjunto castrense recién organizado como máximo órgano de las fuerzas militares.
En el Acta Capitular de la reunión de la Junta de gobierno del día 25, se dispuso que en el término de quince días, debía partir una expedición de 500 hombres para auxiliar a las provincias ante posibles focos contrarrevolucionarios.
El 29 de mayo la Junta sella con vocación de Estado, la misión del ejército, dando origen a su nacimiento con sentido de seguridad territorial. Entre sus considerandos, que se mantienen inalterables, se expresa ... y aunque para justa gloria del país es necesario reconocer un soldado en cada habitante, el orden público y seguridad del Estado exigen una fuerza reglada correspondiente a la dignidad de las provincias o sea, en el concepto actual, Salvaguardar los más altos intereses de la Nación. En consecuencia y como un respaldo material de este objetivo, se concretaron oportunas medidas de carácter orgánico.
El 29 de mayo se creó el Departamento de Gobierno y Guerra, siendo éste el primer antecedente del actual Ministerio de Defensa, por lo tanto el mismo tiene vigencia desde el tercer día de la Revolución de Mayo. El Dr. Mariano Moreno como titular del Departamento recién creado, pasando a compartir las responsabilidades del cargo con el Comandante General de Armas, ordenó entregar el armamento o comunicar de su existencia a la Comandancia de Armas, cuyas atribuciones eran conocer, vigilar y observar el estado de las armas blancas y de fuego pertenecientes al Gobierno y en poder de particulares, previendo sus necesidades y manteniendo las existentes hábiles y expeditas para el servicio.
Las tecnología disponible y las tácticas utilizadas por los ejércitos serían comunes para las fuerzas patriotas y realistas, y no cambiarían mucho a lo largo de las campañas por la independencia. Durante los tres primeros años de guerra, ambos bandos combatirían bajo la bandera de España.
Los ejércitos de la época estaban distribuidos en tres armas: infantería, caballería y artillería.
Las técnicas de combate eran muy simples: ataques frontales de infantería apoyada por artillería, mientras la caballería protegía los flancos o intentaba rodear a las fuerzas enemigas. Solamente las fuerzas irregulares llevaban adelante operaciones tácticas más imprevisibles.
La infantería solía ser la más numerosa, armada de fusiles a chispa de avancarga y bayonetas para el combate cuerpo a cuerpo; los oficiales tenían mayor experiencia en el manejo de tropas de infantería, lo que hacía su uso preferible al de las otras armas.