El secreto de la alegría

ENFOQUE

El secreto de la alegriacutea

El secreto de la alegría

 Dice López Rossetti: “No hay emociones sin cuerpo, para poder percibirlas el cerebro debe recibir informaciones del cuerpo a través de las terminaciones nerviosas. Asimismo, las emociones se proyectan en nuestro cuerpo”. Con esto, podemos concluir que la alegría o la tristeza tienen ese

origen. El mismo autor asegura que somos seres emocionales que razonamos (se pensaba a la inversa años atrás). Las emociones son vivencias que tienen un rostro: alegría, tristeza, ira, miedo, asco y sorpresa. Cada vivencia se acompaña con un rostro que le es propio. Todo estructurado en el cerebro para expresar la vivencia emocional. Por eso se dice que: “El rostro es el espejo del alma” Cuando hablamos de las emociones, inmediatamente pensamos en las más frecuentes: la ira y la alegría. Dos polos absolutamente opuestos, que igualmente traen aparejadas importantes modificaciones en el organismo. Por lo general transitorias, pero no exentas en el caso de la ira, de provocar severas consecuencias. De igual manera que un mal rato puede desencadenar la ira, con mayores o menores repercusiones en la salud y en lo social. La alegría no se queda atrás en sus manifestaciones, pero con una gran diferencia, su efecto lo parangonaría a regar una plantita con agua fresca. Y, a la inversa, en la ira se me ocurre, es regar la plantita (o las células del organismo) con ácido corrosivo y destructor. Hablemos de la alegría. Los beneficios

que ella genera y que por lo corriente se ve reflejada en la risa, fueron advertidos a comienzos del siglo XX (aún no comprobados por entonces). La frase rezaba “La risa, remedio infalible”. ¿Quién podía imaginar cuanto de cierto existía en esa expresión?. Mérito inmenso de aquellos

conspicuos observadores que advertían el estado de bienestar (breve o prolongado) que producía la situación que los llevaba a expresarse mediante la risa; que cuanto más intensa y prolongada era, más beneficio aportaba a la persona. Tuvieron que pasar algunos años para

descubrir cuál era, científicamente, su mecanismo y quienes participaban en su génesis. El área señalada es la “Límbica”, situada en la base del cerebro, (aunque habitan la totalidad del cerebro) y sus mediadores se denominan “neurotransmisores”). Frente a lo que podríamos llamar el

buen estímulo, aquel que despierta la sonrisa o la estentórea carcajada (que puede ser visual, táctil, verbal, auditiva), el conjunto cerebro - organismo responde en forma sonora y gesticular. Acusa el impacto del sentido de lo expresado, y sin recurrir a la conciencia, o si (antes despierta el inconsciente), responde de la forma enunciada. Claro está, que existen personas más proclives a reír al menor estimulo; son las que por naturaleza poseen mayor disposición a sonreír, independiente del tenor del estímulo. Un anónimo dice: “Si un día recibes una invitación a la tristeza, dile que

ya tienes un compromiso eterno con la alegría”. 


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