La pugna por poner la violencia de género en su justo lugar condenatorio es ardua, será larga en general y en particular en el complejo universo de un fútbol argentino determinado y cifrado por el machismo, cuando no por la abierta misoginia.
Vaya como flamante botón de muestra, el vergonzoso sobreentendido deslizado por un dirigente de Boca, Marcelo Delgado, a propósito de la situación de Sebastián Villa que es de dominio público.
Entrevistado en un programa de la cadena ESPN, el otrora puntero derecho goleador, "Chelo" como le dicen, calificó a Villa de "gran profesional" y acaso en la búsqueda de tomar distancia de la denuncia que pesa sobre el futbolista colombiano añadió una frase como al pasar.
"A todos nos han pasado alguna vez estas cosas", dijo.
De forma sugestiva, la pretendida reflexión evasiva formulada por Delgado careció de repregunta.
Recogido el vacante guante periodístico, entonces, cabe analizar lo ineludible: ¿qué quiso decir Delgado?
¿"Todos" quiénes? ¿A qué tipo de "cosas" aludió? ¿A episodios de violencia perpetrados por hombres en perjuicio de mujeres?
Delgado tal vez sí haya incurrido en tales abyecciones, pero "todos" no.
Luego: ¿Qué tipo de guiño tácito buscó de un miembro del Consejo de Fútbol de Boca?
Para que sea dicho de una vez: la tangente del "Chelo" Delgado sonó a "¿quién no le ha pegado un sopapo a su mujer?".
Espantoso.
Boca, por cierto, más allá de prescindir de Villa para las competencias oficiales (no para partidos amistosos), ha tenido una posición oscilante y brumosa, poblada de variopintos discursos oscilantes entre lo edulcorado y lo elíptico.
La cultura celebratoria, permisiva, hipócrita o cínica en torno de la violencia de género excede por mucho a Villa, a Delgado y a Boca y colorea a la patria futbolera en su conjunto.
La buena noticia es que también de norte a sur la cruzada está en marcha y el lado Chelo Delgado de la vida está condenado al tobogán.