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Roma,-El Papa Francisco volvió ayer a dirigir su pensamiento a la "martirizada Ucrania", reafirmando que la paz y el desarme son posibles, aunque recordó que todo es posible con Dios, pero al mismo tiempo se necesita la buena voluntad de los hombres.
El Pontífice hizo estas declaraciones tras la oración mariana en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción.
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"Hoy (por ayer) me hubiera gustado traerles el agradecimiento del pueblo ucraniano por la paz que le pedimos al Señor desde hace mucho tiempo. En cambio, todavía tengo que presentarles la súplica de los niños, los ancianos, los padres y madres, los jóvenes de esa tierra torturada", resaltó Jorge Bergoglio, al pie de la Estatua de la Inmaculada Concepción.
"Pero en realidad todos sabemos que tú estás con ellos y con todos los sufrimientos como lo estabas en la cruz de tu Hijo.
Mirándonos a ti, que estás sin pecado, podemos seguir creyendo y esperando que sobre el odio vencerá el amor, sobre la mentira vencerá la verdad, sobre la ofensa vencerá el perdón, sobre la guerra vencerá la paz", resaltó Francisco Después de haber colocado el homenaje floral de rosas blancas en la base de la columna mariana de Plaza de España y de haber hecho una pausa de varios minutos en el recogimiento, el Pontífice pronuncia su oración, que compuso para la ocasión: "Nuestra Madre Inmaculada, hoy la la gente se reúne a tu alrededor. Las flores puestas a tus pies por tantos ciudadanos expresan su amor y devoción por ti, que velas por todos nosotros, y tú también ves y acoges esas flores invisibles que son tantas invocaciones, tantas súplicas silenciosas, a veces sofocadas, escondidas pero no para ti, que eres Madre". Continúa el Papa: "Después de dos años en los que vine solo a rendirte homenaje al amanecer, hoy vuelvo a ti junto con la gente de esta Iglesia y de esta Ciudad. Y te traigo el agradecimiento y las súplicas de todos tus hijos, cercanos y lejanos. Tú, desde el Cielo en el que Dios te ha acogido, ves las cosas de la tierra mucho mejor que nosotros, pero como Madre escuchas nuestras invocaciones para presentárselas a tu Hijo, a su Corazón lleno de misericordia".
El Papa Francisco estaba visiblemente conmovido y, con la voz entrecortada por la emoción, tuvo que interrumpir unos instantes su oración a la Inmaculada Concepción mientras invocaba la paz para Ucrania al pie de la estatua mariana en la Plaza de España.
La multitud de fieles, en ese momento, aplaudió calurosamente al Pontífice.
"Ante todo -prosiguió el Papa- les traigo el amor filial de innumerables hombres y mujeres, no sólo cristianos, que nutren el mayor agradecimiento para su belleza, toda gracia y humildad: porque en medio de tantas nubes oscuras eres signo de esperanza y de consuelo. Te traigo las sonrisas de los niños, que aprenden tu nombre frente a una de tus imágenes, en los brazos de sus madres y abuelas, y empiezan a conocer que también ellos tienen una Madre en el Cielo. Y cuando, en la vida, entienden que esas sonrisas dan paso a lágrimas, ¡qué importante es haberte conocido, haber tenido como regalo tu maternidad!".
"Te traigo el agradecimiento de los ancianos y de los viejos: un gracias que hace todo uno con su vida, un tejido de recuerdos, de alegrías y de tristezas, de metas que saben bien que han alcanzado con su ayuda, tenidos de la mano en la tuya -añadió Bergoglio-. Te traigo las inquietudes de las familias, padres y madres que muchas veces luchan para llegar a fin de mes en el hogar, y se enfrentan día a día a pequeños y grandes retos para salir adelante. En particular, te encomiendo a las jóvenes parejas, para que, mirándote a ti y a San José, caminen con valentía hacia la vida, confiados en la Providencia de Dios".
"Te traigo los sueños y las angustias de los jóvenes -continuó-, abiertos al futuro pero frenados por una cultura rica de cosas y pobre en valores, saturada de información y carente de educación, persuasiva en el engaño y despiadada en la decepción".
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