Despega de Kabul el primer vuelo comercial internacional desde la vuelta de los talibanes

Afganos venden todo para comer o huir

Kabul - Un avión de la compañía paquistaní PIA se convirtió ayer en el primer vuelo comercial internacional en aterrizar y despegar desde el aeropuerto de Kabul tras la toma del poder de los talibanes el 15 de agosto.

El aeropuerto había quedado casi inoperativo desde que las fuerzas estadounidenses terminaran su caótica retirada el 30 de agosto, tras una frenética operación de evacuación que permitió sacar a más de 120.000 personas del país. Las nuevas autoridades afganas trataban desde entonces de ponerlo nuevamente en funcionamiento con la asistencia técnica de Qatar y otros países.

Unas 70 personas se encontraban a bordo del vuelo hacia Islamabad, la mayoría afganos que eran familiares de personal de organizaciones internacionales como el Banco Mundial, según fuentes aeroportuarias. "Estoy siendo evacuado. Mi destino final es Tayikistán", dijo una mujer de 35 años empleada del Banco Mundial que no quiso revelar su identidad. "Solo regresaré si la situación permite a las mujeres trabajar y moverse libremente", agregó.

Un estudiante universitario de 22 años dijo que se iba de viaje un mes a Pakistán. "Es como unas vacaciones. Estoy triste y feliz. Triste por el país, pero feliz de partir por cierto tiempo", señaló. En el vuelo que aterrizó en Kabul "casi no había nadie en el avión, unas 10 personas (...), quizá más miembros de la tripulación que pasajeros", afirmó un pasajero a bordo del avión.

La reanudación de los vuelos comerciales es una primera señal de normalización económica del país y una prueba para los talibanes que, en repetidas ocasiones, han prometido que dejarán marchar libremente a los afganos con la documentación en regla. Varios miembros de la OTAN reconocieron que no tuvieron tiempo de evacuar a miles de afganos en riesgo antes del plazo del 31 de agosto establecido por los estadounidenses para dejar el país.

En tanto que en los mercados callejeros de Kabul se acumulan vajillas, electrodomésticos, televisores de hace décadas, antiguas máquinas de coser o alfombras. Son las pertenencias de afganos desesperados por huir del país o, simplemente, por poder comer.

Desde la llegada al poder de los talibanes a mediados de agosto, las oportunidades de trabajo escasean y el dinero en efectivo también, por la prohibición de retirar más de 200 euros a la semana de las cuentas bancarias. "No tenemos nada que comer, somos pobres y nos vemos obligados a vender estas cosas", dice Mohamad Ehsan, que vive en uno de los asentamientos de Kabul y fue al bazar con dos mantas para vender. Él es uno de los muchos afganos que acuden a los mercados callejeros para vender sus posesiones prescindibles, cargándolas a sus espaldas o arrastrándolas en desvencijadas carretas.

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