Jubilaciones: un sistema que envejece en la inopia

El sistema previsional argentino consume una enorme parte del Presupuesto Nacional, entregando haberes mínimos que no alcanzan para vivir.

Buenos Aires, 21 de noviembre (NA) - En un país con las cuentas ordenadas, con orden impositivo, financiero y monetario, el costo del sistema jubilatorio, no debería representar un “ancla”, pero en el caso de nuestro querido país, mientras las cajas provinciales se hunden en déficits crónicos, millones de jubilados sobreviven con ingresos que rozan lo indigno para vivir.

Entonces nos podríamos preguntar si la verdadera crisis ya no es fiscal, si no más que nada “ética”.

El mismo discurso es repetido por cada gobierno: el sistema previsional es insostenible debido a la carga que representa para las cuentas públicas. Es verdad que las pensiones y jubilaciones constituyen una parte considerable del gasto nacional, y que el panorama se ve empeorado por las transferencias a las cajas provinciales deficitarias. Sin embargo, limitar el debate a un problema contable es una manera de hacer invisible la dimensión humana: tras los números se encuentran millones de individuos que laboraron toda su vida y que hoy obtienen ingresos que no les permiten cubrir sus necesidades básicas.

Una gran conclusión es que la jubilación mínima, denota un símbolo de pobreza En Argentina, la “mínima” es significativamente inferior a la línea de pobreza. Los que contribuyeron durante años tienen ingresos que no les alcanzan para pagar alimentos, medicamentos o servicios; la inflación arrasa con cualquier incremento, y las soluciones temporales solo ocultan una realidad que se repite anualmente, ergo el sistema gasta mucho, pero protege poco.

Un reclamo de vieja data es que las “Cajas provinciales” en casi su mayoría, advierten graves desigualdades y déficits estructurales agudos, siendo otro agujero negro. Numerosas tienen regímenes especiales que producen desigualdades en relación con el sistema nacional y, al mismo tiempo, requieren de transferencias del país para cubrir sus déficits. Lo que se obtiene es un esquema dividido, injusto y económicamente inviable, que advierte tristemente que el derecho a la vejez digna sufre un agudo estado de situación para una importante masa de ciudadanos que se les complica la subsistencia.

Tenemos que comprender e internalizar que la jubilación no es un subsidio ni un regalo: es el fruto de años de trabajo. Hablar de jubilados como “costo fiscal” es de por sí, degradante. Una sociedad que condena a sus mayores a la pobreza está negando su propia historia y su futuro, porque el derecho a la vejez digna debería ser el eje de cualquier reforma (o modernización) previsional, que se precie de tal.

Todos reconocemos que es un sistema viejo y también somos conscientes que nos encontramos inmersos en un mundo nuevo, pos pandemia, que vive en permanente cambio y con escases de todo tipo.

El sistema jubilatorio argentino fue diseñado en un contexto de alta formalidad laboral y baja expectativa de vida; las décadas pasaron, hoy todo cambió: la informalidad es superior al 35%, la esperanza de esa vida ha aumentado casi al doble y la economía enfrenta crisis cíclicas.

(Entretanto, otras naciones han modificado sus sistemas para asegurar la sostenibilidad económica, sin que la jubilación se considere un gasto innecesario. Alemania, España y Chile han tratado modelos combinados, incentivos para extender la vida laboral y sistemas de ahorro que equilibran la estabilidad económica con la protección social) Ya no es moral el discurso, hoy el país realmente arrastra una “deuda” que no figura en los “balances fiscales”, años de atraso, años de relegar la discusión, años de no “parar la pelota” y pensar la cuestión para que no la padezcan las generaciones venideras.- Un país que condena a quienes trabajaron toda su vida a vivir con menos de lo mínimo indispensable está renunciando a su “contrato social”, porque reformar el sistema no es una opción solamente técnica, es una obligación política también, en la que mientras los jubilados sigan siendo tratados como un gasto y “cagándose de hambre” dependiendo muchas veces de las familias que los ayuden, el estatus de ciudadano seguirá perdiendo con derechos, y la Argentina seguirá siendo un país que envejece en la pobreza y en la indiferencia.

Son momentos de sincerarnos, de dejar de echar culpas al pasado y al presente, para poder advertir el verdadero problema que tenemos en todos los sentidos de la discusión.

Hay tiempo de cambiar, y de poner a nuestros abuelos (si es que lo son) por encima del cálculo, de reconocer que la vejez no es una “carcoma”, sino un legado. Cada jubilado y pensionado es “memoria viva”, y esa dignidad no se debe negociar, se debe garantizar, porque el verdadero futuro no se mide en balances, sino en la justicia con que honramos a quienes nos precedieron.- *Artículo escrito por Lic. Alexis Chaves, Politólogo, Analista Parlamentario, para la Agencia Noticias Argentinas. #AgenciaNA

FUENTE:AGENCIA NOTICIAS ARGENTINAS

Ver más:
Ultimas Noticias
Otras Noticias
NACIONAL

El Riesgo País salta a 647 puntos

| comentarios