River Plate: un gigante en el fútbol que deja en segundo plano a sus deportes amateurs

Por más de ser un club modelo, su imagen empieza a resquebrajarse cuando se analiza la realidad de sus deportes amateurs.

River es sin dudas uno de los clubes más grandes y prestigiosos del deporte argentino. Su historia en el fútbol profesional, su vasta cantidad de títulos y la pasión de su gente lo colocan como un modelo a seguir y un referente dentro y fuera del país.

Sin embargo, esta imagen de institución modelo empieza a resquebrajarse cuando se examina la realidad de sus deportes amateurs y disciplinas fuera del fútbol masculino.

A pesar de contar con múltiples actividades deportivas, la mayoría de las ramas amateurs de River atraviesan un momento complicado, marcado por la falta de infraestructura, inversión y apoyo institucional.

El vóley, uno de los deportes con mayor crecimiento a nivel nacional, en la rama masculina de River se encuentra en un nivel competitivo aceptable, finalizando sexto en la Liga Argentina de Vóley y accediendo a playoffs, pero sin poder avanzar más allá de las primeras etapas.

Por su parte, el femenino mostró un desempeño destacado en la temporada 2025, con buenas campañas y títulos juveniles, aunque todavía sin alcanzar la consolidación plena ni un lugar protagónico estable en la elite nacional.

Estos avances, aunque positivos, se ven opacados por la ausencia de apoyo integral que permita un salto cualitativo en infraestructura y recursos.

En handball, la situación es similar. Si bien River es uno de los clubes fundadores y más laureados del handball argentino, con más de 30 títulos combinados entre sus ramas masculina y femenina, el presente es de altibajos.

El equipo masculino tiene una temporada irregular, mientras que las mujeres siguen siendo competitivas y lograron recientemente un campeonato nacional, pero la inversión y la atención que reciben distan mucho de estar a la altura de su historia o potencial. La falta de una política deportiva clara y sostenida limita el desarrollo pleno de estas disciplinas.

El hockey sobre césped femenino, representado por “Las Vikingas”, es tal vez la excepción más brillante dentro de las ramas amateurs. River ocupa el segundo puesto en el Torneo Metropolitano A y aporta jugadoras a la selección argentina, incluso medallistas olímpicas.

Sin embargo, esta fortaleza deportiva no se traduce necesariamente en un respaldo institucional que acompañe el crecimiento con recursos y estructuras modernas, quedando aún lejos del reconocimiento y la prioridad que merecerían.

En un cuadro aún más crítico aparece el futsal masculino. El equipo, que recientemente consiguió una histórica victoria ante Boca en un superclásico cargado de emoción, sigue sin tener cancha propia, debiendo alquilar espacios para entrenar y jugar, condiciones poco profesionales para un club de la talla de River.

Las declaraciones de Julián Caamaño, jugador del equipo, dejaron en evidencia esta realidad: "No tenemos el presupuesto de otros equipos, no tenemos lugar, no tenemos a veces la ropa, pero vinimos a jugar a River porque somos hinchas de corazón".

Esta confesión abrió un debate necesario sobre cómo River prioriza casi exclusivamente al fútbol masculino, dejando relegadas y en situación precaria a sus otras disciplinas.

En cuanto al básquet, la situación tampoco escapa a esta lógica de abandono relativo. A diferencia de Boca, que logró consagrarse bicampeón recientemente, River mantiene su equipo masculino en categorías inferiores del ámbito nacional, sin presencia destacada en la Liga Nacional o torneos de elite.

Esta falta de protagonismo en una disciplina con gran arraigo y público refleja nuevamente la carencia de inversión y apoyo estructural dentro del club. A pesar de contar con historia en el básquet, River no logra consolidar un proyecto serio que le permita competir al máximo nivel, quedando relegado en un deporte que, sin embargo, tiene gran potencial para crecer y sumar seguidores.

Estas realidades contrastan duramente con la imagen pública que River proyecta, ya que mientras su fútbol profesional es un ejemplo de éxito, profesionalismo y organización, el resto de los deportes parecen subsistir con recursos limitados, falta de infraestructura adecuada y escasa planificación.

La concentración de la dirigencia y los recursos en el fútbol masculino es evidente, y esta decisión impacta negativamente en la posibilidad de consolidar a River como un club realmente polideportivo.

El club, con millones de socios y una base masiva de seguidores, debería apostar a modernizar sus estructuras, buscar inversión privada para potenciar todas sus disciplinas y dejar de depender exclusivamente de recursos propios y donaciones.

Es fundamental que River entienda que su grandeza debe reflejarse en todas las ramas deportivas, no solo en la más popular. Para seguir siendo un verdadero modelo, necesita profesionalizar, apoyar y visibilizar a sus deportes amateurs, con planes claros, infraestructura adecuada y presupuestos suficientes.

En definitiva, River hoy es un gigante en el fútbol, pero sus deportes amateurs y actividades polideportivas están relegados a una situación que no condice con la historia y el peso institucional del club.

La transición hacia un modelo inclusivo y profesional para todas las disciplinas es necesaria y urgente si quiere mantener su prestigio y crecer en todas las áreas deportivas.

FUENTE:AGENCIA NOTICIAS ARGENTINAS

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