El fútbol argentino tenía un acuerdo no escrito que parece haberse quebrado, para marcar un cambio de paradigma.
Durante décadas, en el fútbol argentino rigió un acuerdo no escrito entre dirigentes: los clubes no se pagarían cláusulas de rescisión entre sí. Este "pacto de caballeros" funcionó como un límite tácito que evitaba conflictos institucionales y mantenía cierta armonía en el mercado local.
Sin embargo, en el último tiempo comenzaron a aparecer excepciones que marcan un cambio de paradigma. Primero fue Cristian Medina en 2024, y ahora Maximiliano Salas en 2025, ambos rompiendo con esa tradición al ejecutar su cláusula para pasar directamente a otro club del país.
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El caso de Medina sacudió a Boca cuando el mediocampista decidió salir por la cláusula de 15 millones de dólares para ser transferido a Estudiantes de La Plata, a través de la participación de un grupo empresario.
El hecho generó tensiones, pero se diluyó en un contexto donde el jugador, por más de haber sido colgado, aún mantenía buena relación con el club y la operación se realizó por fuera de un competidor directo.
Aun así, hubo algunos malos manejos, ya que fue mediante el empresario Foster Gillett, que se hizo la transferencia y después de varias semanas, con cartas de documento de por medio, se confirmó el traspaso.
Muy distinto fue lo que ocurre actualmente con Salas: el delantero activó su cláusula de 8 millones de euros para dejar Racing y convertirse en refuerzo de River, lo que generó un fuerte cortocircuito entre ambas instituciones.
Desde Racing acusaron a River de romper los códigos del fútbol argentino, mientras que desde Núñez argumentaron que el club de Avellaneda se negó a negociar y que la cláusula era un derecho vigente.
La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) intentó intervenir, pero no pudo impedir una transferencia que es legal según el reglamento y representa un giro en la forma en que los jugadores pueden tomar el control de su destino dentro del país.
La figura de la cláusula de rescisión, hasta ahora asociada casi exclusivamente a transferencias al exterior, comienza así a tomar protagonismo también en el mercado interno.
Lo que antes era una frontera tácita ahora parece convertirse en un recurso legítimo y los casos de Medina y Salas pueden sentar un precedente para que otros futbolistas recurran a sus cláusulas si los clubes no facilitan su salida.
Así, el fútbol argentino entra en una nueva etapa, donde las reglas del juego ya no se rigen únicamente por los códigos informales de antaño, sino también por los contratos y la voluntad de los protagonistas. El "pacto de caballeros" ya no es garantía, y el equilibrio entre tradición e intereses empieza a reconfigurarse.
FUENTE:AGENCIA NOTICIAS ARGENTINAS