El Taj Mahal: simplemente una historia del amor de un hombre por una mujer

Su imponencia es tal que cuesta creer que sea solamente una tumba.

(Enviado Especial).- Referirse al Taj Mahal, es redundar en expresiones de asombro y transitar por un camino de sensaciones reflejadas en palabras. No hay nada que se pueda decir que ya no se haya dicho, pero, tal vez porque la magnificencia de su estructura encierra mucho más que lo que entra por los ojos, es posible incursionar por el sendero de las emociones y transmitirlas.

Cuando aparece, detrás de unos árboles, a lo lejos, mientras caminamos por el camino de piedras rojizas de la entrada Este, uno siente que está frente a algo que se torna inexplicable. Allí está, erguido, blanco inmenso, como en los videos, como en las fotos, pero real, palpable.

Su tremenda mole impresiona, pero más impresiona su historia y cada detalle que el Emperador Shah Jahan dispuso como homenaje a su amada. Porque si bien, en suma, desde el punto de vista lógico y práctico, el Taj Mahal es una tumba, un mausoleo erigido para guardar los restos de su esposa, en los hechos es un tremendo y sentido reflejo del amor que sentía por ella.

Y son esos detalles los que marcan la gran diferencia. Tanto en lo que hace al Taj Mahal en sí, como a las dos construcciones que lo acompañan a su vera.

Pero, tal vez, si refrescamos la historia de como llegó esta maravilla a nuestros ojos, se pueda entender un poco más el porqué de la misma.

Durante el reinado de Shah Jahan, el Imperio Mongol alcanzó su apogeo: un imperio colmado de poder, arte y riquezas, especialmente por el comercio de piedras preciosas que fluían generosamente desde la India.

Sin embargo, ni todo ese esplendor pudo salvar a Mumtaz Mahal, la amada esposa del Emperador, quien murió trágicamente en 1631 al dar a luz a su decimocuarto hijo.

Dicen que, en su lecho de muerte, Mumtaz le arrancó a su marido una promesa: construirle la tumba más hermosa que el mundo jamás haya visto. Promesa o no, Shah Jahan canalizó todo su dolor, amor y fortuna en levantar este monumento sin igual.

Durante más de 17 años, entre 1631 y 1648, alrededor de 20.000 artesanos, canteros y calígrafos provenientes de India, Turquía e Irak trabajaron bajo la dirección de arquitectos expertos para dar forma a esta esplendorosa mole de mármol blanco, erigida a orillas del río Yamuna, en Agra.

UN MONUMENTO DE AMOR Y PERFECCIÓN Aunque su silueta —con cúpula central y arcos perfectamente simétricos— se ha convertido en un ícono global, el Taj Mahal guarda secretos en cada detalle. En su interior, los muros resplandecen con delicadas incrustaciones de piedras semipreciosas, versos del Corán elegantemente caligrafiados y tallados que elevan la espiritualidad del espacio. Era aquí donde Shah Jahan visitaba los restos de Mumtaz, hasta que, años más tarde, fue sepultado a su lado.

Haciendo correr la vista de manera rápida, los muros parecen pintados, pero en realidad, son piedras preciosas incrustadas de manera tal que han permanecido y permanecerán en el tiempo enviando su mensaje.

El mausoleo está custodiado por cuatro minaretes que se inclinan ligeramente hacia el exterior, una ingeniosa medida de seguridad para evitar que, en caso de colapso, dañen la estructura central.

A ambos lados del Taj, dos edificios de arenisca roja equilibran el conjunto: al oeste, una mezquita aún activa; al este, una casa de descanso, posiblemente utilizada para peregrinos.

Estos edificios enmarcan el complejo junto a exuberantes jardines estilo persa, surcados por un canal de agua que refleja con precisión onírica el monumento, creando una visión doble de su perfección, algo que ni el arte más refinado podría reproducir.

Todo es simétrico, todo es preciso, todo es perfecto. Una perfección que por momentos asusta, como por ejemplo que, al pararse junto a la tumba, es posible observar por una especie de ventana, en proyección hasta la puerta sur. En una línea visual que atraviesa la propia tumba, el portal de ingreso al mausoleo y los jardines con una simetría absolutamente precisa.

LA MIRADA FINAL DE UN EMPERADOR Paradójicamente, Shah Jahan terminó sus días sin libertad. Su propio hijo, Aurangzeb, hijo también de Mumtaz, lo derrocó y lo confinó en el Fuerte de Agra, donde desde una ventana de su prisión, el emperador pudo mirar —una y otra vez— la obra de amor que marcó su legado.

Fue allí, en su celda, donde contempló por última vez el Taj Mahal: no como gobernante, sino como prisionero… y como viudo eterno.

DATOS El Taj Mahal es un mausoleo construido en Agra, India, por el emperador mogol Shah Jahan en memoria de su esposa, Mumtaz Mahal. La construcción comenzó en 1632 y finalizó en 1648; los jardines circundantes y otros edificios se terminaron posteriormente. Es famoso por su intrincada arquitectura, una mezcla de estilos indio, persa e islámico.

Está situado en la orilla sur del río Yamuna en Agra. La construcción involucró a más de 20.000 trabajadores y se utilizó mármol blanco Makrana de Rajastán.

El mausoleo está rodeado de jardines, mezquitas y otros edificios, creando un complejo imponente y simétrico.

El diseño presenta intrincados tallados, caligrafía e incrustaciones de piedras semipreciosas, que reflejan la maestría y la destreza de la época.

El Taj Mahal es uno de los destinos turísticos más visitados del mundo y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es ampliamente considerado una obra maestra de la arquitectura mongol.

FUENTE:AGENCIA NOTICIAS ARGENTINAS

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