La antigua ciudad de las maravillas arquitectónicas
(Enviado Especial).- Cuando uno se refiere a “Agra”, es inevitable asociar a esta ciudad de la India, con el Taj Mahal: ese poema de mármol blanco que trasciende culturas, siglos y fronteras. Majestuoso e hipnótico, este monumento es mucho más que una obra arquitectónica: es un símbolo universal del amor eterno y, sin duda, una de las Siete Maravillas del Mundo.
Pero reducir Agra a una sola joya es pasar por alto el tesoro completo. Agra es más que el Taj Mahal, es una ciudad “pequeña” de más de dos millones de habitantes, con un movimiento febril que excede a lo que de por si provocan los visitantes a su monumento más ilustre.
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Ubicada a orillas del río Yamuna, en el corazón del estado de Uttar Pradesh, Agra es una ciudad que late al ritmo de la historia y respira tradición.
Las raíces de Agra se remontan a la gran epopeya india Mahabharata, donde la región se menciona como "Agraban", una parte importante de Braj Bhumi, la tierra sagrada donde el Señor Krishna pasó su infancia. Siglos después, Agra emergió como la capital del Imperio Mogol. Hoy, el rico patrimonio mogol de la ciudad es evidente en sus imponentes tumbas y mausoleos.
Agra ha sido testigo de siglos de esplendor. Hoy, esa herencia sigue viva en su arquitectura monumental, sus bazares llenos de color, y su inconfundible sabor.
TRES JOYAS DE LA HUMANIDAD No una, ni dos: Agra presume de tres sitios Patrimonio de la Humanidad. Además del icónico Taj Mahal, está el imponente Fuerte de Agra, con sus palacios de arenisca roja, patios imperiales y mezquitas centenarias. Muy cerca, Fatehpur Sikri parece detenida en el tiempo: una ciudad de piedra rojiza erigida por el emperador Akbar y luego misteriosamente abandonada, que hoy ofrece un viaje único al siglo XVI.
Y aún hay más: la tumba de Itimad-ud-Daulah (conocida como el “Baby Taj”) deslumbra con su delicado trabajo en mármol, mientras que Sikandra, el mausoleo de Akbar, mezcla armoniosamente estilos islámicos, hindúes y budistas.
Agra también se encuentra estratégicamente ubicada en los circuitos turísticos más populares, como el circuito turístico del Triángulo Dorado, junto con Delhi y Jaipur, o la rica cultura del estado a través del Arco del Patrimonio de Uttar Pradesh, que conecta Agra con Lucknow, la capital del estado, y la ciudad sagrada de Varanasi.
DONDE EL ALMA SE ENCUENTRA CON LOS SENTIDOS Agra no solo se contempla: se saborea. El legado mogol se extiende a su gastronomía, con platos que fusionan especias intensas, texturas suaves y siglos de tradición. desde los kebabs jugosos, los curris intensos o el suave naan recién horneado. Y uno no se puede ir sin probar el legendario Petha, un dulce de calabaza con siglos de historia, o la crujiente Dal Moth, el snack local por excelencia.
Explorar el Chaat Gali del Bazar Sadar, una calle repleta de puestos donde cada bocado es una explosión de sabor, eds toda una experiencia intensa. Desde los Bhallas y Raj Kachoris hasta los icónicos Gol Gappes, la comida callejera de Agra es una celebración.
ENTRE BAZARES Y ARTE Perderse por los mercados de Agra es como abrir un cofre del tesoro. El Bazar Sadar, Kinari y Raja Ki Mandi ofrecen desde artesanías únicas hasta ropa, calzado y especias. La ciudad también es célebre por su arte en incrustaciones de mármol (parchin kari) —la misma técnica que adorna el Taj Mahal—, y por los bordados Zardozi, herencia real transformada hoy en moda contemporánea.
ESPÍRITU Y EMOCIÓN Más allá del mármol y las compras, Agra tiene un alma espiritual. Desde el tranquilo Samadhi de Soami Bagh hasta el antiguo templo Mankameshwar dedicado a Shiva, o el Gurudwara Guru ka Tal, la ciudad ofrece espacios para la contemplación y la devoción.
Y si lo que se busca son momentos mágicos, se debe visitar Mehtab Bagh, al otro lado del río, para ver el Taj Mahal bañado por la luz del atardecer. Música, danza, artesanía y cultura se dan cita cada año en este evento inolvidable.
AGRA, UNA EXPERIENCIA QUE PERMANECE Agra no es solo un destino. Es un viaje que se queda con uno cuando emprende el regreso. Desde la nostalgia de sus monumentos hasta la energía vibrante de sus calles, esta ciudad te conecta con el pasado mientras te envuelve en el presente.
La mejor época para visitarla: primavera (febrero a abril) y otoño (septiembre a noviembre), cuando el clima realza aún más su encanto.
FUENTE:AGENCIA NOTICIAS ARGENTINAS