Su último viaje fue en los 60'' pero el boleto tiene un valor útil por estos días.
La Ciudad de Buenos Aires presenta una mixtura de culturas en sus calles y, cada paso que da por cuadra el caminante se encuentra con la fusión de las estructuras clásicas e históricas con las construcciones modernas que se entremezclan, aportando conocimiento y recreación a la vista de los visitantes que recorren la metrópoli. Es una invitación constante a vivirla en un vaivén que va desde la actualidad a la historia ida y vuelta. Y, es en este sentido es que, el boleto de tranvía es un tesoro invaluable que enriquece la memoria colectiva y genera nuevos vínculos como, así también, es una propuesta para disfrutar en familia visitando el barrio de Caballito donde está el epicentro del transporte que tuvo su época de esplendor y hoy, resurge como propuesta cultural. A principios del siglo XX, Buenos Aires era una ciudad en expansión, vibrante y elegante. Las calles estaban llenas de hombres con sombrero y mujeres con largos vestidos que caminaban entre cafés, almacenes de barrio y vendedores ambulantes. Los chicos jugaban en la vereda, y los relojes marcaban el ritmo de una ciudad que crecía con estilo europeo y alma criolla.
En ese paisaje urbano, el tranvía era un latido constante. A cualquier hora del día, los coches de madera se deslizaban sobre los rieles, haciendo sonar su campana en cada esquina. Oficinistas, obreros, amas de casa y estudiantes compartían asiento rumbo al centro, a la estación o de regreso al barrio. Viajar en tranvía era más que moverse porque, significaba un ritual cotidiano de una Buenos Aires que se construía sobre rieles y sueños.
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Por eso, conservar un viejo boleto del tranvía porteño es mucho más que guardar un pedazo de papel. Mas bien es atesorar una parte fundamental de la historia de Buenos Aires y, aunque hoy los tranvías ya no circulan como medio de transporte habitual, su huella perdura en la memoria colectiva y en los rieles que aún vibran cada fin de semana en Caballito.
Sus formaciones fueron parte de la historia de la Ciudad transportado vecinos y turistas a fines del siglo XIX y principios del XX, cuando Buenos Aires era una ciudad atravesada por las mismas. El primer tranvía comenzó a circular en 1863. Con el tiempo, la red se modernizó convirtiéndose en uno de los sistemas más extensos del mundo. Hacia 1920, más de 3.000 tranvías recorrían las calles porteñas, conectando barrios y acercando a los vecinos al centro. Las empresas más reconocidas eran la Compañía Anglo-Argentina de Tranvías y la Compañía Lacroze de Buenos Aires. Sus coches de madera, sus boletos impresos y sus campanas forman hoy, parte del recuerdo de varias generaciones.
Pero el progreso llegó y los relegó. En la década de 1960, el tranvía fue desplazado por la invención de los colectivos que eran considerados más ágiles y modernos. El último servicio regular de tranvía se prestó en 1963, cerrando una era.
REGRESO NOSTÁLGICO, HISTÓRICO Y CULTURAL DEL TRANVÍA Aunque ya no forma parte del sistema de transporte público, el tranvía volvió a rodar gracias a un proyecto cultural y turístico impulsado por la Asociación Amigos del Tranvía. Desde 1980, todos los fines de semana se puede disfrutar de un paseo gratuito en el Tranvía histórico de Caballito.
Este recorrido se realiza en antiguos coches restaurados que datan de principios del siglo XX, sobre una vía de casi dos kilómetros ubicada entre las calles Emilio Mitre y Bonifacio. El paseo dura alrededor de 20 minutos y es una experiencia ideal para familias, turistas y nostálgicos del pasado porteño.
¿CÓMO ACCEDER A DAR UN PASEO EN TRANVÍA EN LA ACTUALIDAD? Hoy el servicio del Tranvía histórico funciona los sábados, domingos y feriados, de 16 a 19 horas, con salidas cada 20 minutos. El servicio es gratuito y no requiere reserva previa. El punto de partida es la esquina de Emilio Mitre y José Bonifacio, en el barrio de Caballito, a unos 7,5 km. del Obelisco.
Por eso, quien tiene el boleto del pasaje en tranvía de antaño, puede llevarlo a la estación donde además de pasear, tendrá la posibilidad de revivir historias sobre la época conversando con los guías voluntarios que explican la historia del tranvía, los modelos de coches, y curiosidades de la época.
EL VALOR HISTÓRICO DEL BOLETO También tener un boleto original del antiguo tranvía no solo es un objeto de colección. Es una conexión directa con una Buenos Aires que ya no existe; la de los cafés con mozos de galera, la de las esquinas con surtidores de agua, la de los niños que saludaban desde la vereda al pasar el coche eléctrico.
Ese pequeño trozo de papel representa un tesoro emocional e histórico, una cápsula del tiempo que recuerda cómo se transportaba y vivía la sociedad de la época.
FUENTE:AGENCIA NOTICIAS ARGENTINAS