Está a tres cuadras del Obelisco y ofrece after office con degustaciones y tranquilidad en medio del trajín citadino.
La Ciudad de Buenos Aires es inmensa geográfica como culturalmente sorprendente. De hecho, entre sus tantos motes se dice que es la ciudad que nunca duerme porque de día como de noche tiene infinidades de propuestas deportivas, culturales y sociales de todo tipo en cada uno de sus barrios, durante la semana como los fines de semana donde los calendarios se intensifican. La Calle Corrientes es una de las "entradas" a la ciudad con epicentro en su intersección con la Avenida 9 de Julio donde se ubica el Obelisco, ícono de la Ciudad y el país. Desde allí, para la el Oeste como para el Este, camino al bajo porteño se extienden las propuestas teatrales, gastronómicas y paseos de compras y entretenimientos para toda la familia. Recorrerla, es una actividad obligatoria para decir que se estuvo en la Ciudad de Buenos Aires.
En pocas manzanas a la redonda la ciudad entrelaza la historia con el futuro, ya que, la histórica Plaza de Mayo y el Cabildo están a pocos minutos de la modernidad absoluta del barrio de Puerto Madero, por ejemplo, pero, también, tiene fusiona arte y cultura con naturaleza de otras latitudes del país. Y es que, a pocas cuadras del Obelisco hay un viñedo oculto en medio del cemento. No uno cualquiera. Esta joya está escondida en el microcentro y es una atracción excéntrica que posiciona aún más a la Ciudad como una cita con sus ofertas y su gente ineludible para los turistas que deciden visitar Argentina. No por nada fue elegida como una de las 50 mejores ciudades del mundo para vivir. También está muy cerca de Plaza de Mayo, en la esquina de Piedras y Moreno, es un viaje a la capital nacional del vino, Mendoza, sin cruzar los límites de la avenida General Paz. Esta joya metropolitana es el primer viñedo urbano que promete vivir una experiencia sensorial y cultural única, ofreciendo degustaciones y el servicio de after office en un reducido entorno verde en medio de la gran ciudad.
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Compañía, una parra y una copa, es el abrazo que brinda el encantador rincón de Buenos Aires para disfrutar de charlas y momentos con los mejores vinos. Es una experiencia vitivinícola novedosa para experimentar cerca casa y, con diferentes medios de transporte público cercanos para llegar de manera fácil y segura. El espacio es parte de un importante hotel de la Ciudad y, cuenta con una gran variedad de 150 plantas de vid, tranquilidad para disfrutar de charlas entre amigos o compañeros de trabajo y familia mientras se admiran edificios tradicionales de la ciudad como la Iglesia San Juan Bautista. Es un jardín ideal que con la frescura de las parras transporta a los mejores viñedos de Mendoza, Salta o Entre Ríos, para "cortar" con una pausa el día de trabajo o bien, cerrar la jornada laboral con propuestas de after office y degustaciones en pleno centro de CABA.
Para quienes gustan del vino, beberlo no solo descorchador, servir y tomar, más bien es una experiencia que, además de generar placer, con sus degustaciones con visitas guiadas, el viñedo de la Ciudad también deja una enseñanza al ver crecer las cepas Malbec, Torrontés, Pinot Noir y Cabernet Sauvignon en el lugar.
El viñedo citadino es una opción más que se suma a la riqueza y diversidad cultural de la Ciudad y, una invitación a introducirse en lo que podría hacer definir la planificación de un viaje a Mendoza, principal provincia productora de vinos del país que, abre puertas a paisajes increíbles en plena Cordillera de Los Andes.
FUENTE:AGENCIA NOTICIAS ARGENTINAS