La multifacética Juana Molina se presentará el 4 de mayo en el teatro Mitre, a las 22.00, con Halo, espectáculo insinspirado en el texto de Gabriel Galli acerca de Halo de Juana Molina.
Juana Molina es una bruja buena.
Desde la tapa del álbum un hueso nos está mirando. Y cuando un hueso nos mira, estamos siendo observados por toda la historia de la paleontología. El hueso es un signo de haber estado, es lo último que queda después del paso de buitres, hienas, roedores y gusanos. Pero el hueso se convirtió en palanca, en arma y en superficie de inscripción. Y el hueso también es Stanley Kubrick, ese nombre que inventamos para saltar del mono al superhombre, así como de las cuevas a la luna, a Júpiter y más allá.
En las antiguas leyendas populares se creía en la luz mala (fuego fatuo, fosforescencia causada por la putrefacción de los huesos de animales muertos) ese extraño halo que flota sobre el suelo y asusta a los viajeros por la noche. Pero Juana Molina es una bruja buena y este hueso en particular no es siniestro ni amenazante, sino que quiere reconciliarnos con su especie. Es a la vez juguetón y serio, irónico, imaginativo y mágico, como la música de Juana.
Halo es el séptimo álbum de Juana Molina y confirma el camino experimental iniciado años atrás a la vez que se constituye como un nuevo mojón en la construcción de una voz propia e inconfundible.
La virtud de la música de Juana es alejarse del virtuosismo entendido como predominancia de la técnica, es decir, del medio como fin en sí. El poder expresivo está siempre por encima del demostrativo de manera general y ubicua.
Ella está en un viaje evolutivo de su propia concepción (Pitchfork) y empuja una vez más su misteriosa e hipnó-tica música a alturas cada vez más cautivantes (Spin, sobre su disco anterior).
En las doce canciones de Halo los procedimientos compositivos e interpretativos alcanzan un grado de refinamiento y sofisticación únicos. Entre sus rasgos -inseparables entre sí- se destacan los ritmos hipnóticos, la exploración tímbrica, el devenir abstracto de la voz y la dimensión corporal y física de una música íntima y personal.
Con letras misteriosas que a menudo tocan la brujería, la premonición y los sueños, siempre utilizados como metáforas de los estados emocionales. Voces que a veces se alejan de la palabra y el significado para ser reducido a fonemas abstractos y onomatopeyas.
Juana se acerca a la música de una manera muy física e intuitiva: cada instrumento y recurso electrónico es una extensión de su cuerpo y se utiliza para expresar sentimientos y estados de ánimo.
Su singularidad se basa en la magia en su sentido más antiguo, el de arte o techné, aquel que articula el saber con el hacer, el que produce lo que antes no existía.
Halo fue grabado en la casa de Juana y en Sonic Ranch en Texas.
La producción musical, a cargo de Molina, tuvo la colaboración de Odín Schwartz y Eduardo Bergallo. Participan Odín Schwartz en guitarra, bajo, y teclados y Diego López de Arcaute en batería y John Dieterich (Deerhoof) como músico invitado en algunas canciones.
Lanzado el 5 de mayo de 2017, Halo fue aclamado mundialmente por la crítica, despojándose de las estructuras formales del pop para dejar ver la propia voz artística de Juana (Pitchfork). Fue seguido por una gira debut por Europa, EE. UU., Japón y Latinoamérica, incluído un ciclo de espectáculos en su ciudad natal, Buenos Aires, y un circuito de festivales en todo el mundo. El show fue seleccionado como uno de los mejores del Sónar Barcelona 2017 por The New York Times, y Halo como uno de los mejores álbumes del 2017 por The Guardian y Stereogum.