Un año del acuerdo de paz en Colombia

SUMIDO EN UNA PROFUNDA CRISIS

Un antildeo del acuerdo de paz en Colombia

Un año del acuerdo de paz en Colombia

El acuerdo de paz  en Colombia cumplirá hoy su primer  año sumido en una profunda crisis de  impredecibles consecuencias y a cinco meses de las próximas elecciones  presidenciales, lo que augura desafíos aún mayores que los superados en  los trabajosos cuatro años de diálogo  en Cuba.

El 24 de noviembre de 2016, luego  de una aprobación parlamentaria que  superó el revés inicial del triunfo del  No en el plebiscito del 2 de octubre,  el presidente Juan Manuel Santos alcanzó la gloria de poder firmar la paz  con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), un proceso por el que recibió el Premio Nobel de la Paz y que corrió el telón a  una guerra interna de más de medio  siglo.

Sin embargo, y tal como el propio  Santos había supuesto, convertir en  hechos la letra del acuerdo comenzó  a originar diferencias que desalentaron a los guerrilleros desmovilizados  y llenó de incertidumbre la escena  política, en la que -además- cada sector hace su juego para sacar el mayor  rédito posible, tanto desde la aprobación o el rechazo al acuerdo, de cara  a las elecciones presidenciales.

Santos intentó evitar que la crisis se  profundice y acordó una reunión justamente para hoy con ahora candidato presidencial -aunque sin chances  reales de ganar- Rodrigo Londoño,  quien bajo el alias de Timochenko  fue el último jefe de la ex guerrilla y  ahora lidera el nuevo partido político  con el que el grupo se expresa en la  vida civil y política: la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común  (FARC).

Distintos inconvenientes, como el  complicado desplazamiento y reclusión de los guerrilleros desmovilizados en las zonas especiales controladas por las Naciones Unidas (denominadas Zonas Veredales  Transitorias de Normalización), fueron horadando la confianza de las  partes y encendieron luces de alarma.

Aún así, los pasos establecidos por  el acuerdo de paz fueron concretándose, aunque con unos meses de retraso, incluida la entrega de armas  por parte de los ex guerrilleros en  agosto último.

En las calles de Bogotá, en los días  previos al plebiscito, se podía percibir que una de las principales resistencias de la ciudadanía al acuerdo  era el sistema especial de justicia que  se utilizará para tratar los delitos cometidos en el marco de la lucha armada.

Los asesinatos, secuestros y robos,  por ejemplo, cometidos en el marco  del conflicto armado serán penalizados por una justicia transicional que  buscará la integración social y política de los ex insurgentes antes que la  sanción punitiva, un criterio aceptado por los expertos internacionales  pero que no cuenta con la simpatía de  muchos colombianos de a pie.

Ese sistema de justicia, conocido  como Jurisdicción Especial para la  Paz (JEP) y que también alcanzará a  los agentes del Estado y los particulares que se involucraron en el conflicto armado, está a punto de obtener aprobación parlamentaria.

Sin embargo, la aprobación podría  generar aún más tensión porque incluye reformas al acuerdo de paz que  son rechazadas por las FARC.

“Estamos avanzando en la implementación del proceso de paz que  firmamos con el señor Rodrigo Londoño precisamente hace un año y que  si hay algunas dificultades o algunas  interpretaciones equivocadas, pues  es natural que uno se reúna”, afirmó  Santos.


Ultimas Noticias
Otras Noticias
MUNDO

Una ola de calor azota el sur de Europa

| comentarios