TRAS UN CONFLICTO DE MÁS DE MEDIO SIGLO
Colombia dio un paso histórico hacia la paz con la firma de un acuerdo entre el gobierno y las FARC, que se encaminan a convertirse en un movimiento político legal, entendimiento suscripto en un acto que concentró la atención de buena parte del mundo y en el que estuvieron varios presidentes de la región, y que constituye el preludio del fin del conflicto interno más largo de la historia de América.
El acuerdo de cese de hostilidades bilateral y definitivo, y de dejación de las armas, expuesto en La Habana, incluye además garantías sobre seguridad y lucha contra las organizaciones paramilitares o derivadas de éstas y toda otra que amenace la implementación del acuerdo definitivo de paz, así como condiciones para la refrendación de este último.
Entre otros aspectos, el texto establece que los guerrilleros estarán concentrados en 22 zonas de Colombia, saldrán de los campamentos sin armas y de civil, y que la Organización de Naciones Unidas (ONU) recibirá y fundirá todas las armas actualmente en poder de las FARC, hasta hoy la principal organización insurgente del país.
El acto de anuncio fue en el salón El Laguito, en La Habana, el mismo escenario en el que se firmaron los anteriores acuerdos del proceso de paz iniciado en noviembre de 2012, hace 1314 días.
Después de que sonara el himno nacional colombiano, los diplomáticos cubano Rodolfo Benítez y noruego Dag Nylander, representantes de los países garantes del proceso de paz, leyeron alternadamente el texto, que luego firmaron los jefes de los equipos negociadores, el ex vicepresidente Humberto de la Calle por el Ejecutivo, y el número dos de las FARC, Luciano Marín, alias Iván Márquez.
De cerca, observaban entre sonrisas los mandatarios de Colombia y Cuba, Juan Manuel Santos y Raúl Castro, y el máximo jefe de la guerrilla, Rodrigo Londoño, alias Timochenko.
Junto a ellos, en la extensa mesa central, estuvieron el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; el canciller de Noruega, Borge Brende, y los mandatarios de los países acompañantes del proceso, la chilena Michelle Bachelet y el venezolano Nicolás Maduro.
Como invitados asistieron los presidentes de México, Enrique Peña Nieto; de República Dominicana, Danilo Medina, y de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, quizás una presencia por demás simbólica porque integró la insurgencia de su país que después llegó al poder a través de las urnas.
Además del cese al fuego bilateral y definitivo, que hace inminente un tratado de paz, el entendimiento traza una hoja de ruta para que la guerrilla deje las armas, un paso que las FARC deberán dar en seis meses después de la firma del acuerdo.
La dejación de armas por parte de la guerrilla se realizará a partir del acuerdo final en tres fases: el 30 por ciento en un plazo de 90 días a partir del acuerdo final, otro 30 por ciento a 120 días de la firma de la paz, y el 40 por ciento restante a 180 días.