El conflicto armado en Afganistán hace tiempo que desapareció de los principales titulares del mundo y de la agenda central de los foros internacionales; sin embargo, 2015 marcó un nuevo récord en el número de víctimas civiles, con más de 3.500 muertos y cerca de 7.500 heridos, según informó ayer la ONU.
En su informe anual Protección de las Víctimas Civiles, la misión de Naciones Unidas en Afganistán destacó que un cuarto del total de las víctimas civiles son niños, mientras las mujeres representan al menos un 10%.
Además, se trata del mayor número anual de muertos y heridos civiles desde 2009, cuando la ONU comenzó a medir el saldo de víctimas a nivel nacional.
"El daño infligido a los heridos es totalmente inaceptable (...) y este asesinato indiscriminado de civiles supone crímenes de guerra que pueden ser juzgados en tribunales internacionales", advirtió Nicholas Haysom, el representante especial de la Secretaría General de la ONU para Afganistán, en su informe.
El texto explica que el número de víctimas civiles aumentó en gran parte por los cada vez más habituales enfrentamientos armados en zonas rurales o en las periferias de las urbes, y por los cotidianos atentados suicidas en las grandes y medianas ciudades.
Las milicias insurgentes, incluido el movimiento talibán, son responsables, según la ONU, por el 62% de las víctimas civiles, mientras que las fuerzas gubernamentales y progubernamentales lo son de al menos el 17%.
El 20% restante corresponde a episodios de violencia que no fueron reivindicados por ningún grupo o fuerza.
Actualmente el gobierno afgano y la cúpula talibán reactivó los contactos para revivir el diálogo de paz en el vecino Pakistán, el mismo que el año pasado fue suspendido.
Mientras que el informe de la ONU hace mención a algunos actores nuevos que se sumaron al conflicto afgano, como la milicia extremista Estado Islámico, las conclusiones del texto demuestran que la naturaleza de la violencia en el país sigue siendo la misma que se desató en 2001, cuando Estados Unidos invadió y derrocó al gobierno talibán.
Desde entonces, el país asiático sufrió las devastadoras consecuencias de más de una década de ocupación militar internacional y de una cruenta insurgencia armada, que aún continúa desangrando a la población civil.