Con una visión pragmática que rehúye la grandilocuencia resultadista, Matías Módolo, figura clave en el armado de Gimnasia y Esgrima de Jujuy que anima la Zona B de la Primera Nacional, trazó una hoja de ruta basada en la mesura y el trabajo constante.
Lejos de dejarse llevar por la euforia o el desánimo circunstancial que decretan los imponderables del fútbol, enfatizó la trascendencia de "mantener el equilibrio y la línea de trabajo, más allá del resultado", dejando en claro que la verdadera fortaleza reside en la "regularidad y la humildad" como faros en el extenso camino que aún le aguarda al "Lobo".
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Consciente de la paridad que impera en la categoría, Módolo subrayó la necesidad de una "exigencia de trabajo día a día", sosteniendo una perspectiva clara al decir que "los partidos se ganan en cada entrenamiento y tratando de ser mejores en cada minuto del juego".
Esta filosofía de mejora continua se erige como el pilar fundamental para afrontar una competencia donde cada detalle cuenta.
La templanza del grupo se evidencia en su visión post partido, donde la victoria, la derrota o el empate son absorbidos con la misma entereza y moderación. "El hecho de saber que esta es una competencia de regularidad nos permite tener la mentalidad fuerte", afirmó y de esta manera desterró cualquier atisbo de triunfalismo prematuro o abatimiento desmedido.
En cuanto a los objetivos, Módolo se mostró ambicioso y al mismo tiempo realista, al puntualizar que "el objetivo siempre es sumar».
Esta premisa se desglosa en una valoración inteligente de cada unidad en disputa, por cuanto "estamos convencidos de que tres puntos es excelente y un punto puede ser muy bueno".
Es a partir de esta concepción estratégica que el equipo construye su día a día, con la mira puesta en la acumulación constante de unidades.
Finalmente, Módolo aportó una dosis de sabiduría futbolística, al recordar que "el que termina primero no siempre asciende" y hay ejemplos de sobra que así lo prueban. Esta reflexión pone de manifiesto una comprensión profunda de la dinámica de la competencia, donde la regularidad a lo largo del tiempo suele ser más determinante que los destellos momentáneos.
En definitiva, las palabras de Módolo retumban como un llamado a la perseverancia, la humildad y el trabajo metódico. Una receta que, sin estridencias, busca cimentar un camino sólido hacia los objetivos de máxima propuestos.