Huraki Murakami, el samurai de la soledad y los amores esquivos

PREMIO "PRINCESA DE ASTURIAS"

(Por Julieta Grosso) Con una apuesta a la intersección temática y cultural entre la tradición japonesa que traza sus genes y la occidental que asimiló por sus lecturas y gustos musicales, el escritor japonés Haruki Murakami construyó una veintena de ficciones como "Tokio blues" o "Kafka en la orilla" que lo hicieron merecedor del Premio Princesa de Asturias de las Letras, una distinción que quitará ahora del listado de reconocimientos esquivos y que permite resituar una obra que habla de soledades, vacíos y desamores con hondura pero sin abrumamiento.

Desde hoy, hay un fantasma menos en la vida de Murakami, una leyenda que ya no se repetirá como letanía en la víspera del codiciado Princesa de Asturias, el premio que finalmente conquistó después de batallar como eterno candidato a recibirlo en la última década. Lo logró, según anunció hoy el jurado, por una narrativa "ambiciosa e innovadora que ha sabido expresar la soledad, la incertidumbre existencial, la deshumanización de las grandes ciudades, el terrorismo, pero también el cuidado del cuerpo o la propia reflexión sobre el quehacer creativo".

Extraña paradoja que un narrador sumergido en el laberinto de la ficción para narrar la experiencia -para algunos, flagelo- de la soledad, haya logrado albergar una comunidad de lectores tan concurrida y ruidosa a los dos lados del meridiano que divide Oriente de Occidente. Acaso sea su fascinación por la música -a la que le dedicó el texto "Música, solo música", que incluye una lista de reproducción de nueve horas de duración- la que haya dotado al escritor nacido en Kioto en 1949 de una cadencia tan envolvente que vuelve a la sordidez y al vacío de sus tramas un anzuelo para sumergirse en uno de los temas que marcan la temperatura del siglo: la alienación y el extravío de las ciudades contemporáneas.

Pero sería reduccionista examinar una obsesión literaria desatendiendo el dispositivo que la propaga: allí es donde contrarresta la pesadumbre el astuto Murakami, aligerando el drama a golpes de humor, surrealismo y giros pop donde se funde lo real con lo fantástico y se teje la huella de autores del siglo XIX como el ruso Fiódor Dostoievski, el inglés Charles Dickens, junto a los más cercanos Scott Fitzgerald, John Irving y Truman Capote.

El volumen, que en Argentina publicó el sello Tusquets, incluye un prólogo actual donde Murakami relata el momento epifánico en que decidió que quería ser novelista, una radiante tarde de abril de 1978 en la que fue a ver un partido de béisbol a un estadio de Tokio, en un encuentro de los Yakult Swallows contra los Hiroshima Carp.

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