Santiago de Chile,-El país trasandino vivió ayer una quinta jornada consecutiva de caos, con largas batallas campales entre fuerzas de seguridad y manifestantes, saqueos contra comercios y multitudinarias demostraciones de protesta, que forzaron al gobierno a trabajar en la elaboración de una agenda de cambio social para frenar un estallido social que dejó quince muertos, cientos de heridos y más de un millar de detenidos.
El panorama de violencia y represión volvió a instalarse en zonas céntricas de Santiago y otras ciudades del interior del país, como Concepción y Valparaíso, en medio de un estado de militarización de los espacios públicos que no se veía desde la época de la dictadura de Augusto Pinochet.
Mientras las calles de la capital chilena eran dominadas por los disturbios, el presidente Sebastián Piñera recibía en la sede del gobierno a líderes de los partidos políticos de la alianza gobernante y de la oposición, para analizar medidas destinadas a conformar a los manifestantes, que exigen mejoras en los servicios de salud, educación y distribución de los ingresos