Ni muy muy, ni tan tan

SUPERFINAL DE LA LIBERTADORES

  Los misterios, las especulaciones,  los intentos de espionaje, todo lo que  rodea a los equipos que el sábado  próximo dispondrán Marcelo Gallardo y Guillermo Barros Schelotto hace jirones de la bandera de quienes  desprecian los valores del pizarrón a  la vez que tampoco da para un congreso de científicos.En todo caso, la  dimensión del Superclásico más apasionante de la historia no puede más  que sincerar el trazo grueso de lo que  atañe al fútbol en tanto deporte de  oposición directa, sin dejar de contener lo específico de la competencia  de elite en una instancia sin margen  para términos medios ni para consuelos genuinos.

Mucho será lo que estará en juego y  mucho lo que por lo menos hasta el  primer rodar de la pelota dependerá  del Muñeco y del Mellizo.Fatiga un  poco reponer la mojadez del agua,  pero poner en su lugar a los necios a  veces exige el argumento más obvio:  la propia existencia de los directores  técnicos da cuenta de su grado de influencia, para bien o para mal, para  bien y para mal.

De hecho, sin perdernos en el océano de las generalizaciones, tanto los  hinchas de River cuanto los de Boca  que gustan de analizar el juego más  allá de la sinrazón del deseo de la satisfacción inmediata admiten que  desde el punto de vista estratégico  Gallardo está un par de jugadas por  delante de Barros Schelotto.Del mismo modo que ni la estrategia, ni la  táctica, ni todo lo pensado y lo pensable alcanzan para garantizar, por  ejemplo, que los espléndidos delanteros que tiene Boca no hagan el daño que suelen hacer, aquí y allá, en la  Bombonera y donde cuadre.A primera mirada, más allá de las incógnitas  que supone quién será el arquero de  Boca (si Agustín Rossi o Esteban  Andrada), si mantendrá el dibujo de  4-3-3 o se inclina por un más razonable 4-4-2 y si Carlos Tevez estará  desde el comienzo o se lo reserva en  condición de revulsivo de lujo, Barros Schelotto goza del beneficio de  una nómina amplia y plenamente apta.En cambio Gallardo se la ve frente  a la inquietante alternancia de la cal  y la de arena: por un lado contará con  el regreso de su líder del temperamento, Leonardo Ponzio, pero por el  otro lado amén de la suspensión de  Rafael Santos Borré titila la luz de  alarma de un Nacho Scocco a medio  gas: todavía lesionado o por lo menos contando las monedas para sacar  boleto de entrada a la Súperfinal.Andan, Gallardo y Barros Schelotto, jugando un poco al ajedrez y otro poco  a las escondidas, mientras que en el  runrún informativo, el de llevar, traer  y dejar la pelota picando, algunos  profesionales del periodismo parecen rozar la frontera del operador soterrado. En fin, en el fútbol las cartas  ocultas tienen las patas tan largas como largas son la cuenta regresiva, la  vigilia y las horas del ajuste de tuercas.


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