El coronavirus pudo con más de 300 años de historia de la procesión del Milagro

SALTA

Uno de los hechos destacados en Salta, a seis meses de decretado el aislamiento por la pandemia de coronavirus, fue la suspensión de la clásica procesión en honor al Señor y la Virgen del Milagro que, con sus más de 300 años de historia, por primera vez no se realizó y esta semana faltaron las típicas postales de las calles de la capital provincial colmadas de fieles.

Salta atravesó una cuarentena tranquila hasta agosto, cuando la curva de contagios comenzó a elevarse y develó las flaquezas de un sistema sanitario que, en los primeros días de septiembre, entró prácticamente en colapso.

Este difícil panorama motivó la suspensión de la procesión en honor al Señor y la Virgen del Milagro, considerada una de las celebraciones religiosas más importantes del país y Latinoamérica.

En los últimos años, más de 850 mil fieles católicos recorren la capital, cada 15 de septiembre, para expresar su fe, rendir homenaje, pedir o agradecer a las imágenes en una fiesta que no es nueva, sino que se remonta a 1582, con la fundación de la ciudad de Salta.

Diez años después, el Fray Francisco de Victoria, que había estado en la fundación, envió desde España la imagen del Cristo Crucificado que encabeza las celebraciones, con destino al templo mayor de Salta.

Junto a ella iba otra imagen de la Virgen María, que iba hacia la ciudad de Córdoba, pero el barco en el que viajaban naufragó.

Ambas fueron rescatadas en el puerto del Callao, en Perú, y trasladadas al sitio destinado.

Un siglo más tarde, en septiembre de 1692, un fuerte temblor azotó parte del territorio salteño, y los movimientos telúricos cesaron cuando el sacerdote José Carrión sacó al Cristo en procesión.

Eso motivó el inicio de la Fiesta del Milagro, que se celebra cada año y que cierra el 15 de septiembre, con una procesión multitudinaria.

Generalmente, los cultos en Salta comienzan hacia fines de julio, con la entronización de las imágenes al costado del altar mayor de la Catedral Basílica local, lo que da inicio a una serie de actividades que se extienden durante todo agosto y la primera quincena de septiembre.

Este año, este cronograma se vio alterado y la entronización de las imágenes se concretó 15 días después, mediante una celebración virtual transmitida por las redes sociales para evitar contagios de Covid-19.

La incidencia del coronavirus modificó todo el panorama de la fiesta, que, desde cada 6 de septiembre, con el inicio del Rezo de la Novena del Milagro, colma de fieles la plaza 9 de Julio.

Ante el vertiginoso aumento de casos de coronavirus en la ciudades de Salta, Orán y San Martín, el Comité Operativo de Emergencia adoptó algunas restricciones el 7 de septiembre, entre ellas el cierre de los templos religiosos.

El 8 de septiembre, el arzobispo de Salta, Mario Cargnello, anunció la realización de una procesión reducida, sin fieles y con la presencia de autoridades civiles y eclesiásticas, para "respetar el mandato histórico".

Dos días después, el arzobispo dio marcha atrás al recibir el rechazo de la invitación a participar del gobernador Gustavo Sáenz, y de la intendenta de Salta, Bettina Romero, entre otras autoridades porque priorizaron la necesidad de seguir la Fiesta del Milagro desde las casas para evitar aglomeraciones.

Entonces, la máxima autoridad de Iglesia Católica salteña, se limitó a acercar el martes 15 la imagen del Cristo Crucificado a la puerta de la Catedral, donde encabezó la ceremonia de Renovación del Pacto de Fidelidad con el Señor y la Virgen del Milagro.

"La violencia de la pandemia se hace sentir entre nosotros. En la soledad conmovedora de una plaza que añora la multitud, parece escucharse tu voz que nos dice: no, este año yo los quiero cargar a cada uno de ustedes", aseguró Cargnello.

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