La expectativa por el primer encuentro ayer entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, fueron alta. Los dos mandatarios dejaron constancia de sus posiciones antagónicas sobre inmigración y la acogida refugiados en intervenciones públicas y en Twitter.
El primer contacto en persona en la Casa Blanca fue razonablemente cálido. Intenso apretón de manos y amplia sonrisa de Trudeau. Después de varias horas reunidos, en las que ambos mandatarios empezaron a conocerse, el canadiense señaló que al final del día el objetivo de los dos es bastante parecido, mantener sociedades libres, abiertas y ciudadanos seguros.
Otra cuestión fue cómo lograr que el pueblo esté seguro. Trump defendió su política para evitar el acceso de potenciales terroristas al país, aunque no mencionó el veto migratorio. Sin poder afirmar con seguridad que la frontera norte con Canadá es segura, el presidente estadounidense resaltó que están cogiendo a los criminales, con expedientes de abusos y problemas y los estamos poniendo fuera. Es lo que dije que iba a hacer. Trump destacó el trabajo del secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, para coger a los malos, a los realmente malos y expulsarlos. Algo que, según dijo, está haciendo feliz a mucha gente.
En varias ciudades de EE.UU., sin embargo, se siguen celebrando concentraciones y manifestaciones contra las políticas del presidente.
Preguntado por el principal problema en materia de seguridad nacional, Trump sostuvo que ve muchos, muchos problemas. Más incluso de los que auguraba durante la campaña después de haber recibido los briefings de Inteligencia. De hecho, encuentra problemas en cada esquina del mundo, no importa donde mires. De ahí infirió que es necesario proteger las fronteras. No podemos dejar que la gente equivocada entre (a EE.UU.) y no voy a permitir que eso suceda en esta administración, remarcó.
A su lado, Trudeau escuchó atentamente. Sin ánimo alguno de confrontación, el líder canadiense subrayó las cosas que unen a ambas naciones y que las han convertido en aliadas. No negó, sin embargo, que hay momentos en los que se diferencian en el enfoque sobre cómo afrontar los problemas.
Ahora bien, sostuvo, lo último que los canadienses esperan es que venga aquí a dar lecciones a otro país sobre cómo debe gobernarse.
Desde noviembre de 2015, Canadá ha dado la bienvenida a más de 40.000 refugiados sirios.
El propio Trudeau recibió a más de un centenar en el aeropuerto de Toronto en diciembre de 2015.
Durante la rueda de prensa, recordó esa cifra y reconoció que también es prioritario para él mantener a los canadienses seguros. No obstante, se reafirmó en su política de apertura de fronteras para inmigrantes del mundo y refugiados.
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