Ayer se cumplió el Jueves Santo y para ello la Iglesia de Jujuy a través del Obispo monseñor Marcelo Fernández, brindó su reflexión para la feligresía en momentos tan duros como es la presente pandemia del coronavirus. Ya comenzamos el Triduo Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Y celebramos como, cada Jueves Santo la institución de la Eucaristía, del Sacerdocio ministerial y la entrega del mandamiento nuevo del Amor que nos diera el Señor en la última Cena con sus Apóstoles. Hermoso es este relato del Evangelio de San Juan, donde el
acento está puesto en el episodio del lavatorio de los pies. En vez de describir la institución de la Eucaristía como hacen los tres primeros Evangelios, y puesto que San Juan ha dedicado todo el capítulo 6 a la escena de la multiplicación de los panes y el discurso del Pan de Vida, aquí
prefiere subrayar la humillación de Jesús servidor al lavar los pies a sus discípulos y su enseñanza de que nosotros lo imitemos. Las palabras de Jesús durante la Última Cena son una conversación de amistad, de confianza y a la vez, el último adiós que nos da abriendo su corazón. Es la hora esperada por Jesús: aquella para la que había venido a este mundo: la hora de darse hasta el extremo a la humanidad. Nos toca hoy vivirlo en medio de un profundo dolor. La humanidad está atravesando esta pandemia y las medidas de precaución nos alejan de las celebraciones religiosas. En el día de la institución de la Eucaristía nos tenemos que privar de ella. Pienso que podemos ofrecer este dolor pidiendo perdón por tantas veces que no valoramos la Eucaristía, que la hemos recibido mal preparados o distraídamente, que pudiendo ir a la Misa optamos por privilegiar otra actividad. Añade, hoy al agradecer la institución del Sacramento de la Eucaristía que se renueva por el ministerio de los sacerdotes, demos gracias a Dios por el ministerio de los sacerdotes y recemos por todos y cada uno de los que nos han sostenido en nuestro camino de fe a lo largo de la vida. Recemos por aquel sacerdote que no conocemos, pero que deseamos que esté junto a nuestro lecho de muerte para darnos la última absolución antes de partir. Necesitamos de la oración de ustedes para que podamos ser los reflejos de Jesús, buen Pastor. Por último, Jesús al lavar los pies a sus discípulos nos dio ejemplo para que nosotros nos sirvamos unos a otros por amor. Pidamos que la Iglesia resplandezca en el mundo por el testimonio del amor, pidamos que nuestras comunidades sean modelos de servicio y de amor y que cada uno de nosotros entienda que nuestra vida vale en tanto cuanto somos servidores los unos de los otros como el Señor nos enseñó. Sintámonos muy unidos en la oración desde la familia en estos días y unidos a todos los hombres que especialmente en estos momentos se la juegan para alejar del mundo el terror que nos trae esta
pandemia.