La banda británica Whitesnake y el grupo sueco Europe desplegaron un enérgico hard rock de gran calidad durante gran parte de sus actuaciones y regalaron algunos momentos de nostalgia, a partir de la interpretación de algunos de sus más grandes y recordados hits, en el concierto que brindaron en el porteño Campo Hípico del barrio de Núñez.
En una noche que resultó un verdadero deleite para los amantes del rock de pelo largo, guitarras veloces y agudas, baterías con doble bombo y cantantes de gran presencia, ambas bandas mostraron una impresionante solidez y una potencia que no cedió en ningún momento, cada una de ellas con sus matices, a pesar de las grandes similitudes.
En tal sentido, mientras Europe no mostró fisuras y dejó en claro que sus grandes éxitos Carrie y The final countdown son apenas dos rarezas en su poderoso y notable repertorio, Whitesnake lució un poco más despareja, con algunos trucos sonoros recurrentes que replicaron algunos clishés del género y un sonido un tanto desprolijo.
La otra gran diferencia radicó en sus cantantes, porque si bien el líder de Whitesnake, David Coverdale, de 68 años,con su postura escénica hizo gala de su extensa y lujosa trayectoria, que incluye un recordado paso por Deep Purple, su voz evidenció el paso del tiempo y sonó demasiado áspera en numerosos pasajes.
En contraposición, el vocalista de Europe, Joey Tempest, unos 12 años más joven, redondeó una tarea sin fallas, con un registro que pareció haber quedado anclado en los gloriosos años 80.
Fue la banda británica, en el marco de la gira presentación de su último disco Flesh & blood, el número central de la noche, que en poco menos de una hora y media de show, se dio el gusto de repasar sus páginas más pesadas a nivel sonoro y permitió el lucimiento personal de muchos de los miembros de la banda, sin dejar fuera de su repertorio sus canciones más exitosas.
Aunque obviamente no faltaron Is this love, Here I go again y Love ain´t no stranger, tres de sus temas más famosas, también hubo lugar, entre otros, para Bad boys, Still of the night, Give me all your love, Shut up & kiss me, Trouble is your middle name, en donde se lució el bajista Michael Devin, y, sobre el final, Burn, el clásico de Deep Purple al que el propio Coverdale puso voz.
Bajo la batuta del experimentado cantante, viejo lobo de mar que supo suplir fallas propias del desgaste de los años con una rotura de registro que lo acercó a las voces asociadas a corrientes más extremas del heavy metal; los guitarristas Joel Hoekstra y Reb Beach se trenzaron permanentemente en un duelo que muchas veces redundó en algunos lugares comunes, como el desmedido uso del tapping y una virtuosa velocidad que no siempre tuvo mucho para decir.
Mejor suerte corrieron los momentos de lucimiento personal del baterista Tommy Aldridge.