El dramaturgo y director Bernardo Cappa acaba de estrenar en el Centro Cultural de la Cooperación La yegua muerta, una obra teatral que en clave de comedia trágica reflexiona sobre el fenómeno del peronismo, las creencias y un mundo que se viene a pique.
Adherente a una forma de trabajo en la que el lenguaje teatral se produce con los actores en el ensayo, Cappa reivindica un teatro argentino actual en diálogo y deuda con el sainete, el grotesco y la teatralidad popular, y que tuvo su origen en los márgenes, los prostíbulos y el circo.
Yo voy armando el relato en diálogo con la actuación, con cosas que se van probando; tengo una imagen de un personaje, la llevo al ensayo y ahí empieza algo, porque el actor o la actriz van produciendo otro tipo de signos en su construcción y yo voy tomando los signos que emiten ellos y voy trabajando el relato en relación con eso, cuenta Cappa, indagando en sus formas de trabajo.
Al ensayo -continúa- llevo unas hipótesis de situación que intento sean lo más claras y simples posibles y que contengan una buena cantidad de contradicciones para que sean bien teatrales. La situación lleva a que aparezcan y se pongan en juego unas emociones y, al mismo tiempo, plantea interrogantes técnicos en relación con el uso del tiempo y el uso del espacio. Eso a mí me interesa mucho como problema de actuación para producir lenguaje teatral.
La yegua muerta habla sobre el intento de una vuelta que quizás esté condenada al fracaso.
En un pequeño teatro de la provincia de Buenos Aires un pastor evangélico apartado de su comunidad por denuncias de manejos turbios está filmando a una actriz que personifica y se confunde con Eva Perón a la que logra resucitar cuando parece muerta. La ilusión es que esa filmación, sea la carta con la que el pastor pueda volver al pueblo y recuperar el lugar del que fue despojado.
- En La yegua muerta, sobre un cierto fondo farsesco se escuchan unas permanentes resonancias sobre el peronismo como experiencia particular política argentina.
-En toda la operatoria que desarrolla el pastor, en un cierto tono de farsa, está presente la necesidad de creer en algo que nos contenga frente a un mundo que se va a pique.
-Y ahí se filtra el peronismo.
-Sí, porque lo que más supo hacer el peronismo fue condensar emoción, y hacerlo con las singularidades con que esa fuerza se manifiesta en Argentina, lo que genera un verosímil teatral muy poderoso, también eterno, beckettiano, que se repite.
-Usted dice que en sus obras el lenguaje teatral se produce con los actores.
-Sí, yo escribo, pero rápidamente me doy cuenta de que si la situación es clara lo que se va a decir surge en la misma escena. Podríamos decir que el Sportivo Teatral hizo un método de este procedimiento pero la gran capacidad de improvisación de los actores y el teatro argentino es histórica.