DIJO EL PAPA EN PERÚ
El papa Francisco, en una histórica visita a la selva peruana, criticó ayer la violencia machista hacia las mujeres y en un encendido discurso les dijo a 4.000 representantes de pueblos originarios de la Amazonía que nunca estuvieron tan amenazados como ahora, convocándolos a defender la región.
Además, al regresar a Lima por la tarde, para la etapa institucional de su visita de tres días que inició a Perú,
Francisco denunció a la corrupción como un flagelo social en los países latinoamericanos al hablar en el palacio de Gobierno frente a las autoridades políticas de un país que atraviesa un escándalo de coimas por el caso Odebrecht.
Frente al presidente Pedro Pablo Kusczynski, que evitó a fin de 2017 un juicio político por una causa relacionado con pagos de la constructora brasileña, el Papa calificó a la corrupción como una forma, muchas veces sutil, de degradación ambiental que contamina progresivamente todo el entramado vital.
Cuánto mal le hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese virus social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados, arremetió Jorge Bergoglio en referencia a la corrupción.
Antes, en Puerto Maldonado, había iniciado el día reconociendo la importancia de la sabiduría y conocimiento de los pobladores de la Amazonía, al iniciar su encuentro con representantes de pueblos amazónicos.
En línea con su encíclica de 2015 Laudato si, de la que los pobladores le entregaron ediciones en seis lenguas locales, Francisco afirmó que la Amazonía es tierra disputada desde varios frentes: por una parte, el neoextractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que dirigen su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales.
Fueron 22 los pueblos de la Amazonía que recibieron al Papa en el Coliseo de Puerto Maldonado, una pequeña ciudad de 75.000 habitantes en el Depatamento de Madre Dios, 850 kilómetros al este de Lima.
El enorme centro deportivo se erige en medio de un laberinto de calles de tierra y un horizonte verde, que ofreció un escenario inédito para su mensaje: taparrabos, plumas y cuerpos pintados, con bailes e historias de cada pueblo.
Francisco siguió las distintas ceremonias con una sonrisa y hasta se animó a ponerse una corona de plumas rojas, amarillas y blancas sobre el solideo durante el intercambio de regalos con las comunidades locales.
María Luzmila Bermeo, del pueblo Awajún, ataviada con una túnica roja adornada con collares artesanales, le pidió a Francisco que ore mucho para que la Amazonía no pierda sus saberes, sus riquezas, sus culturas y sus valores.
En su primer discurso en Perú, donde fue recibido por una multitud en Lima, Bergoglio advirtió al mundo que probablemente los pueblos originarios amazónicos nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora.