DESDE LA CASA BLANCA
Un día después de que un masivo acto de supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, terminara con un sangriento atentado contra una manifestación antirracista paralela, el gobierno de Estados Unidos condenó ayer lo que consideró un ataque de odio y fanatismo, mientras el alcalde demócrata de esa ciudad lo calificó como un acto de terrorismo.
El sábado, columnas de militantes neonazis y decenas de milicianos armados como militares que decían proteger a la nación inundaron la ciudad universitaria, una localidad de unos 50.000 habitantes, para una esperada manifestación en un parque público que había sido bautizada como Unir a la derecha. Allí los esperaba otra protesta, una de simpatizantes antirracistas y pacifistas que rechazaba su presencia.
Primero empezaron los empujones y golpes de los supremacistas blancos contra los manifestantes que los repudiaban y la violencia llegó a su máximo nivel cuando un hombre, que fue identificado como James Alex Fields Jr., un joven blanco de 20 años, atropelló con su auto a la multitud antirracista y mató a una persona y dejó una veintena de heridos.
La víctima fatal fue identificada ayer como Heather Heyer, abogada de 32 años que trabajaba como asistente en un estudio jurídico y trataba de poner fin a la injusticia, según dijo su madre, Susan Bro, al sitio web de noticias The Huffington Post.
Este acto de violencia sin sentido desgarra nuestros corazones, dijo el gobierno municipal en un comunicado en el que confirmó los datos de Heyer, consignó la agencia de noticias EFE.
El presidente dijo con mucha contundencia que condena todas las muestras de violencia, fanatismo y odio. (...) Y por supuesto, eso incluye supremacistas blancos, el Ku Klux Klan (KKK), neonazis y todos los grupos extremistas, aclaró la Casa Blanca en un comunicado, luego que la declaración del sábado del mandatario fuera criticada por la oposición y grupos civiles por ser muy débil y no mencionar explícitamente a los grupos de extrema derecha que protagonizaron el ataque.