El papa Francisco mostró ayer su cercanía con las víctimas de la avalancha en Colombia, que dejó al menos 234 muertos, durante el tradicional Angelus dominical y aseguró estar profundamente dolorido por la tragedia.
Francisco rezó el Angelus durante una recorrida que efectuó por la diócesis italiana de Carpi para visitar las zonas golpeadas por el terremoto que en 2012 dejó 28 muertos en esa ciudad del norte italiano.
Estoy profundamente dolorido por la tragedia que ha golpeado a Colombia, donde una gigantesca avalancha de fango, causada por las lluvias torrenciales, ha golpeado la ciudad de Mocoa provocando numerosos muertos y heridos, aseguró el pontífice.
El papa visitó Carpi, a casi 400 kilómetros de Roma, en su segunda visita del año a una ciudad italiana tras la multitudinaria misa de la semana pasada con un millón de personas en Milán.
Rezo por las víctimas, y traslado mi cercanía, y la vuestra, a los que lloran la perdida de sus seres queridos. Doy las gracias a todos los que están trabajando para dar su ayuda, agregó luego en referencia a la avalancha.
Carpi, la diócesis más golpeada por los terremotos de 2012, recibió a Francisco después de una semana de la reapertura de la Catedral restaurada durante el sismo. Antes del rezo del mediodía, el Pontífice bendijo las piedras de una Iglesia y tres centros de espiritualidad que se harán desde cero en la diócesis.
En su primer discurso en la ciudad, Francisco planteó de cara a los pobladores que hay quienes se dejan encerrar por la tristeza y quien se abre a la esperanza. Hay quienes se quedan atrapados en las ruinas de la vida, y quienes, como ustedes, con la ayuda de Dios, reconstruyen con paciente esperanza, les dijo.
Sé bien cuánto el terremoto ha afectado el patrimonio humano y cultural de esta tierra, dijo Francisco ante las autoridades locales en el ingreso de la Catedral todavía en reconstrucción a causa del grave sismo.
Pienso en las dificultades que han sufrido: los daños de las casas, las actividades productivas, las Iglesias y otros monumentos, símbolo de la espiritualidad y de la civilización de un pueblo, añadió el Papa.