La concentración se realizó a partir de las 10:00 en la plaza Centenario, iniciándose minutos después la marcha por las calles de la ciudad, siendo encabezada por los padres del joven, don Ceferino Llampa y Justina Cruz y otros componentes familiares, así como amigos, vecinos y otras personas que se sumaron al reclamo por su aparición.
Antes de comenzar el itinerario, don Llampa sostuvo tenemos esperanzas, nunca vamos a bajar los brazos, queremos volver a verlo con vida a nuestro hijo, al tiempo que pidió a la justicia provincial y federal que no baje los brazos, que no se rindan así como no nos rendimos nosotros pidiendo por su aparición.
Ello porque desde la Justicia boliviana hace años que dejaron de actuar en el caso, sin profundizar la búsqueda atento a que la desaparición se produjo en esa jurisdicción.
Nosotros no tenemos la colaboración de la policía de Villazón ni de la fiscalía de allá. Hemos cruzamos la frontera, la verdad es que conocí lugares que nunca me había imaginado en mi vida. Conocí los lugares clandestinos que tiene Villazón, los grupos de chicos que viven de la droga como si no tuvieran padre o madre. La verdad es lamentable eso, pero sin resultado positivo. Buscamos por todos los alrededores de Villazón, fuimos a buscar con nuestra familia, con mi esposa, con mi hijo mayor, pero nada, recordaba después.
A cinco años de su ausencia, su madre Justina Cruz describía a Ariel como quien, le gustaba estar en casa, era muy cariñoso conmigo, le gustaba jugar partidos, bromear, estar con sus hermanos y era más para mí. Yo salía y ya estaba tras de mí. Si iba a ver a mi mamá, al ratito estaba tras de mí, a qué hora has venido o me preguntaba dónde iba. El era muy cariñoso para conmigo, por eso quiero que aparezca, que vuelva pronto, no sé quien me lo tiene, ya no se qué hacer.
En su recorrido por las calles de la ciudad fronteriza, recibieron el apoyo y aplauso de vecinos que se consustanciaron con la familia en su lucha emprendida para tratar de hallarlo con vida o en su defecto, al menos, tener su cuerpo.
El 7 de diciembre de 2011, Ariel Llampa partió junto a un grupo de amigos a la fiesta patronal de Agua Chica, localidad ubicada a pocos kilómetros de Villazón, Bolivia, pero nunca volvió. Sí lo hicieron en cambio, sus amigos, alegando que él se había separado de ellos.
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