La imagen de multitudes protestando contra la elección de un presidente no es algo usual en Estados Unidos; sin embargo, desde el triunfo de Donald Trump, miles de personas han marchado una y otra vez en las principales ciudades y universidades del país con una única consigna: Este no es mi presidente.Estudiantes y profesores de unas 80 universidades de Estados Unidos convocaron para ayer a una protesta nacional bajo el nombre de Campus Santuario, en la que rechazarán y se rebelarán contra el anuncio de Trump de expulsar de inmediato a 2 o 3 millones de inmigrantes que viven ilegalmente en el país.Los jóvenes, quienes son los que han salido a las calles o están sufriendo esta situación, en su abrumadora mayoría votantes del senador socialista Bernie Sanders, no se conforman ni están dispuestos a aceptar la realidad, explicó Jorge Majfud, profesor de Literatura española y latinoamericana y Estudios Internacionales de la Universidad de Jacksonville, Florida.
Los activistas han dicho varias veces que las protestas no son contra la legitimidad del proceso, sino contra la justicia del mismo y contra el candidato elegido (...) aunque perdió el voto popular, aunque recibió menos votos que su contrincante pero obtuvo los 270 electores necesarios de los estados, el sistema lo eligió presidente, agregó el académico y reconocido escritor uruguayo de 47 años.
La victoria de Trump sacudió a gran parte de Estados Unidos y, especialmente, a las universidades.
Desde el lunes, miles de estudiantes y profesores firmaron peticiones ante sus universidades para que las autoridades tomen medidas concretas e inmediatas para evitar una eventual deportación de inmigrantes sin documentos en el campus una vez que Trump jure en el cargo, el próximo 20 de enero.
El objetivo es proteger a los llamados dreamers (soñadores), los jóvenes inmigrantes que llevan toda su vida en Estados Unidos, pero nunca pudieron legalizar su situación. El gobierno de Barack Obama intentó protegerlos y a través de un decreto paralizó cualquier proceso legal para deportarlos.
Esto permitió que los dreamers se integren más abiertamente en la sociedad, en las universidades, por ejemplo, y ahora muchos de sus compañeros y profesores temen que el gobierno de Trump ordene a las instituciones entregarlos para deportarlos.
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