La debacle del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, que perdió 374 ciudades en las elecciones municipales, entre ellas la poderosa San Pablo, abre interrogantes sobre el futuro electoral del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y la izquierda en general, y catapulta como candidato presidencial para 2018 a Geraldo Alckmin, el gobernador paulista que aparece como el gran vencedor político del año.
También ha vencido el discurso de la antipolítica, tal vez un germen de un movimiento popular nacido en 2013 con manifestaciones contra el aumento de la tarifa del ómnibus, seguido por los manifestantes que pidieron el juicio político a Dilma Rousseff y el más reciente Fuera Temer en reclamo de elecciones anticipadas. Alckmin, del sector más conservador del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), logró imponer la candidatura del magnate Joao Doria, que con 53% obtuvo en primera vuelta, -la primera vez en la historia- la alcaldía de Sao Paulo, dejando en un lejano 18% a Fernando Haddad, del PT.
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