En este novedoso diseño, se ensancharon el recibidor y el inicio de la escalera, eliminaron el tabique que separaba la zona de estar y el comedor, y convirtieron esa estancia en un salón con dos ambientes. El objetivo era asegurarse espacios más amplios, diáfanos, para que la luz natural inundara todo, y desterrar para siempre la sensación de tristeza que les invadió el primer día. También ampliaron la cocina, a costa del jardín, y diseñaron una cubierta inclinada, móvil y con puertas acristaladas para ubicar un comedor familiar, con abundante luminosidad y acceso directo al exterior. En cuanto a la decoración, el blanco es para Annick sinónimo de frescura y estilo; por eso, es el dominante en su casa, aunque en combinación con detalles de color. En su versión pura resplandece en paredes, cortinas, lámparas, muebles acompañado de sutiles pinceladas de rojo, naranja, fresa o ciruela, azul marino, gris, incluso, negro.