GASTRONOMIA JUJEÑA
Sea cual sea la manera que se elija, siempre será una experiencia única porque estará acompañada por los increíbles paisajes de nuestra provincia.
En la Quebrada de Humahuaca, la gastronomía es el camino para llegar al encuentro personal con la naturaleza y la cultura. De la mano de sus vegetales, granos y especias, la Pachamama y los lugareños dan la bienvenida a todos.
El viento cálido acerca el aroma de las tortillas mientras se están cociendo a las brasas, anunciando la llegada del mate, que se siente diferente con unas hojas de coca o rica-rica. Sea para el desayuno, quizás la merienda o a cualquier hora del día, aquí el pan es casero y se come calentito, y el queso es de cabra.
Los sabores jujeños se usan en la cocina de manera cotidiana. Los productos y técnicas culinarias ancestrales son rescatados y mantienen vivas recetas y formas de cocción que vale la pena aprender. Acá no hay conservantes ni enlatados. La comida va de la tierra al plato, la mayoría de las verduras se usan deshidratadas y lo gourmet toma sus raíces para modernizarse.
Así como el Cerro de los Siete Colores impacta por sus tonos, lo mismo pasa al ver que hay más de cien variedades de papas andinas y que los matices del maíz son infinitos. A la orden del día está la quinoa, alimento sagrado, y bebidas fermentadas que no se conocían.
Tamales norteños, guisos, milanesas de quesillo, picantes, humitas, pasteles y cazuelas de llama. El paladar se deleita con gran variedad de platos y combinaciones, y se sorprenderá especialmente a la hora de los postres con innovadores dulces con un toque de coca.
Hay que dejar la mesa porque la experiencia recién comienza. Por eso, algunos recurren a un sutil té de hierbas del lugar para renovar energías y seguir con el viaje.
Purmamarca, Tilcara y Humahuaca -como el resto de la Quebrada- se resumen en los puestos de sus mercados municipales y ferias en las plazas en donde se ofrecen desde hierbas medicinales (como la clásica muña muña, a la que se adjudican propiedades afrodisíacas), hasta té y caramelos de coca que sólo se encuentran aquí.
No es posible pensar la mesa con un sabroso plato típico sin un buen vino jujeño para terminar de darle un toque único a la visita. Aquí la apuesta sigue elevándose y se hace indispensable visitar una bodega de gran altura en Maimará y Huacalera, participando de la siembra o la cosecha de las vides en otra experiencia única, lo mismo que asistir a uno de los festivales gastronómicos que se realizan en la zona todos los años, acompañados por los paisajes multicolores y las comunidades originarias, que invitan a probar empanadas o una cazuela hecha al horno de barro. Cabe destacar, que la gran diversidad de alojamientos atrae a visitantes todo el año.