El desconocimiento de los adultos frente a los chicos educados en la era digital explica el miedo de los padres, quienes deben ser aliados para que la experiencia online logre ser placentera, segura y enriquecedora, asegura un trabajo realizado por la organización Chicos.net.
Las niñas y niños necesitan adultos presentes, que los habiliten y los acompañen en experiencias creativas, sanas, desafiantes y sin riesgos‘, afirmó Marcela Czarny, directora de la entidad que trabaja por un uso seguro y responsable de la tecnología.
La profesional sostuvo que los chicos ‘necesitan padres que sigan siendo padres, aún si no tienen tanta habilidad como ellos para usar el celular, la tableta o la computadora.
Esa falta de habilidad genera temores en los adultos: ‘El 76% se siente más responsables de alertar a sus hijos frente a los riesgos potenciales de internet, por encima de instituciones como escuela y Estado‘, señala la investigación en la cual participaron también la consultora Trendsity, Disney y Fibertel.
Czarny señaló que las ‘situaciones de violencia y vulneración de la infancia hoy se ven amplificadas por la tecnología.
Ante es panorama, donde los niños muestran e interactúan online, el no participar en estos medios ‘en algún sentido es ’no existir’, pero participar sin criterios de protección es exponerse a riesgos‘, analizó Mariela Mociulsky, directora de Trendsity.
Porque una equivocación muy frecuente entre los adultos es confundir dominio técnico de los niños con capacidad de autorregulación.
Conocer las tecnologías no significa que tengan una real autonomía frente a los peligros que implican las experiencias online, pero la confusión hace que los padres consideren como dañino aquello que no necesariamente lo es, corriendo el riesgo de no intervenir adecuadamente cuando la situación sí lo requiere, explicó Mociulsky.
Para Erica Cavallini, mamá de una niña de 10 años, ‘en vez de preocuparnos es recomendable y mucho más productivo ocuparnos de estar presentes y guiando a nuestros niños cuando usan tecnología‘.
Es precisamente lo que sugiere la investigación, porque ‘cuando se confunde el acompañamiento y la intervención de los adultos con un control invasivo, se impide el empoderamiento paulatino a los niños y el fortalecimiento de los criterios de cuidado‘.