Caminó lentamente a lo largo del cerrito de Santa Bárbara y se internó en el pasado dejando volar sus sentimientos y emociones. Debía realizar una gran obra y quería impregnarse con los recuerdos de épocas heroicas para que sus manos hábiles trasmitan vida y sentimiento a la materia inerte. Logró sus propósitos. Su sensibilidad de artista dio a nuestro pueblo ese monumento maravilloso que está allí a un costado de la torre de Santa Bárbara.
La imponencia y majestad de su figura evidencian que su escultor, Don Ernesto Soto Avendaño, sintió muy hondo el significado que debía tener su obra. El mismo expresa las emociones que experimentó al caminar en la loma de Santa Bárbara: me parece oír en el ámbito las estrofas del himno cantadas por millares de voces, y en ellas el aliento poderoso de los pechos varoniles; sus acentos marciales resonaban en mi corazón, y su fragor era como el que provoca la mar en tormenta.
Al calor de todas estas emociones fue concretándose, primero en mi corazón luego en mi cerebro la idea central del monumento, médula y sustancia de toda la obra. Dos estrofas resonaban en mi con preferencia a las otras, y su amor y su poder de evocación paralizaban mi atención suscitando el ensueño y la imagen.
El cerro de Santa Bárbara donde se halla emplazado el Monumento a la Independencia, fue enterratorio indígena, un antigal o sea lugar donde hay cosas antiguas de piedra.
Paseando en este lugar Don Ernesto Soto Avendaño, imaginó los rostros de los bravos omaguacas, escuchó el sonar de cascos, vio labios apretados y mandíbulas fuertes ... tuvo la visión sintética pero imponente de la guerra por la Independencia. Allí erigiría entonces la obra que le fuera encomendada, para que simbolice la lucha y el valor que demostraron las huestes argentinas; así lo expresa el diputado Ernesto Padilla en los fundamentos que expuso para el proyecto de la ley que dispone la erección del monumento: Es pues acto de justicia, fijar en esos parajes, en que vibran los recuerdos tan caros para el alma argentina, testimonios de gratitud que lo reconozcan. Cuando el ferrocarril va a reabrir definitivamente el acceso por esa dirección, restableciendo la arteria de comunicación abierta hace siglos.