La masacre del domingo pasado en Orlando ha atizado el debate sobre el control de armas en Estados Unidos, que honra a las víctimas del ataque que un hombre blanco perpetró contra una histórica iglesia negra de Charleston hace un año.
Mientras Orlando guarda luto, Charleston recuerda... podemos mostrar cómo el amor vence al odio, dijo en el Congreso el senador de Carolina del Sur, el republicano Tim Scott, un día antes del aniversario de la muerte de nueve feligreses negros atacados por un hombre blanco por motivos raciales.
Dylann Roof, rubio, blanco y de 22 años, perpetró el ataque contra la Iglesia Africana Metodista Episcopal (AME) de Charleston, supuestamente con el objetivo de iniciar una guerra de razas y vengarse de los afroamericanos que se estaban apoderando de Estados Unidos, según afirmó en el momento del ataque.
El acusado del tiroteo se enfrenta a dos juicios que podrían acabar con pena de muerte: uno en noviembre por cargos federales y otro en enero por cargos estatales de asesinato.
De esta forma, el aniversario de la matanza de Charleston estuvo marcado por el reciente ataque que el estadounidense Omar Mateen perpetró el pasado domingo contra una discoteca frecuentada por homosexuales en Orlando y en donde murieron 50 personas, incluido el atacante, y más de medio centenar resultaron heridas.
Las dos ciudades, Orlando y Charleston, han sido golpeadas por el mismo tipo de mal, afirmó esta semana el alcalde de Charleston, John Tecklenburg.
Es una triste ironía que Orlando ocurra casi un año después de Charleston, consideró en Twitter el reverendo Joseph A. Darby, líder durante años de la iglesia de Charleston y que consideró que el denominador común de las dos matanzas es gente trastornada, con odio y con armas de fuego.