PERO SIGUE ATACANDO A LIDERES DEL PARTIDO
El magnate Donald Trump continuó ayer atacando a líderes del Partido Republicano, pese a que en los últimos días alcanzó el número de delegados necesario para convertirse en el candidato presidencial de la oposición y llamó a la unidad para ganar en las próximas elecciones de noviembre.
Poco le duró el tono conciliador y cauto del jueves pasado al multimillonario ya que volvió a arremeter contra el último candidato presidencial del partido y el ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney.
Pobre Mitt Romney. Tengo un negocio que vale más dinero que él. (...) Mírenlo, camina como un pingüino, se despachó Trump en uno de sus discursos de campaña en Anaheim, en California, uno de los estados que elegirá sus delegados en la última jornada de primarias el próximo 7 de junio.
Entiendo a los perdedores. Uno puede hacer un montón de dinero con los perdedores, agregó, en referencia a la derrota republicana ante Barack Obama en 2012, según la agencia de noticias EFE.
En el mismo discurso, Trump tampoco se olvidó del otro importante referente de los republicanos que se niega a apoyar al magnate y su apuesta por la Casa Blanca: el ex gobernador de Florida y ex presidenciable, Jeb Bush.
Destacó la falta de energía del dirigente, que pese a ser el favorito del aparato partidario, no logró ganar ni una sola primaria.
El ex precandidato, al igual que su padre y su hermano mayor -los ex presidentes George Bush- se ha mantenido muy crítico del discurso anti migratorio, racista y anti musulmán de Trump, aún luego de bajarse de la carrera presidencial.
Tanto Romney como la familia Bush son parte del establishment conservador de Estados Unidos, pero ninguno ocupa actualmente un cargo. Distinto es el caso de la actual gobernadora de Nuevo México, la republicana Susana Martínez, la más reciente destinataria de la artillería verbal de Trump.
Recientemente el magnate recorrió ese estado del sur haciendo campaña y Martínez, quien ya había rechazado públicamente sus declaraciones racistas sobre los mexicanos que entran al país y sobre los inmigrantes que viven hace años en Estados Unidos, se negó a aparecer junto con él.
En una aparente respuesta a esa ausencia, Trump cargó contra la gobernadora y la acusó de no estar haciendo su trabajo y la criticó por permitir la entrada a refugiados sirios.