El estudio señala que el pico de asalariados en negro se alcanzó en el segundo semestre de 2003 y comprendía a 5,5 millones de personas, casi la mitad del total de trabajadores, con el 49,5 por ciento.
Desde ese pico, el empleo en negro se redujo al 31,9 por ciento en el primer trimestre del 2015, y subió al 33,1 por ciento en el tercer trimestre del año pasado.
En el caso de los trabajadores autónomos, la informalidad tocó un máximo del 27,5 por ciento en el segundo trimestre del 2003 y llegó a un mínimo en el tercer trimestre de 2012, para luego subir al 24,6 por ciento en el tercer trimestre del 2015.
Entre las tantas severas anomalías que arrastra la economía nacional desde hace varias décadas sobresalen la persistencia de un elevado índice de informalidad laboral y el predominio de unidades productivas muy chicas, con muy pobre productividad y alta dependencia del asistencialismo del estado, indica un nuevo análisis de la realidad socioeconómica del Instituto de Estudios Sociales y Laborales de la UCES.
El informe señala que en los últimos años se observaron algunos progresos, pero parece claro que una de las causas de ese fenómeno es la larga historia de una política tributaria regresiva que torna extremadamente onerosa la actividad formal. La mayor proporción de ocupados sin aportes jubilatorios se alcanzó en el primer cuatrienio posterior a la salida de la convertibilidad fija de 1 a 1 entre el peso y el dólar, dice el reporte.