Las conversaciones mediadas por la ONU buscan formar un gobierno de transición que prepare el terreno para elecciones generales, con la esperanza de hallar una solución política a un conflicto en el que ya han muerto más de 270.000 personas y que ha desplazado a otras 12 millones, la mitad de la población del país.
El futuro del presidente Bashar al Assad es el punto más polémico, y el enviado de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, se reunió esta semana con autoridades de Rusia e Irán, los principales aliados del gobierno sirio, antes de la entrevista que tuvo ayer en Ginebra con la principal delegación de la oposición siria.
Tras el encuentro a puertas cerradas, De Mistura adelantó que intentará seguir profundizando las negociaciones y le bajó el tono a las recientes violaciones a la tregua en Siria, al calificarlas como incidentes y no un incendio.
Con la delegación del gobierno sirio recién se podrá reunir el próximo viernes, cuando ésta llegue a Ginebra. Su viaje se retrasó porque los negociadores y funcionarios debían participar de las elecciones parlamentarias celebradas hoy en Siria en zonas bajo control del gobierno, informó la agencia de noticias EFE.
En los últimos días, un aumento de la violencia puso bajo amenaza un alto el fuego acordado en febrero que había reducido las hostilidades, lo que suma mayor presión sobre las conversaciones en Ginebra, que siguen a otras dos infructuosas rondas para negociar un fin al derramamiento de sangre.